EQUIPO:
Cristina Araujo Palop
Gonzalo Blanco Moya
Maite García Sanchis
Marta González Ruiz
Carmen Pérez de los Ríos
En el marco del taller propuesto por la iniciativa paisaje transversal se planteó un caso de estudio con el que debemos estar familiarizados: el límite de los espacios metropolitanos y la dimensión de nuevos lugares habitables. Se trata de las orillas generadas por el trazado de la carretera de Burgos A1 y las estrategias urbanas que encuentran su base en la estructura de movilidad que esta vía supone. Encontramos de esta forma el desarrollo de planes de urbanismo, estrategias comerciales y suelo industrial. No se aprecia una estrategia unitaria en lo que a conformación del territorio se refiere, no existe una unidad de paisaje más allá de la realidad construida, si bien resultaría difícil documentar la existencia de unidades de paisaje originales en este ámbito. Cabe por tanto plantear la conveniencia de negar la existencia construida y planificar la recreación de un paisaje pretendidamente natural. Esta reflexión supone una crítica al primer impulso que como arquitectos se puede tener y que consiste en ocultar las miserias del planeamiento, el urbanismo y la construcción.
Partiendo de esta base asumimos como condición impuesta el respeto por la iniciativa privada que se refleja en una presencia quizá exagerada de ofertas comerciales. Los centros de ocio y comercio provocan la aparición de una serie de fenómenos que conviene aprovechar en beneficio de una estrategia vinculada al aprovechamiento de espacios que ahora mismo se denominan residuales o degradados.
De esta forma, la propuesta plantea que la concentración de un gran número de personas puede ser aprovechada para reconducir sus impulsos comerciales en tiempos de ocio en la búsqueda de un tipo de ocio alternativo. Esto es lo que hemos bautizado como plug-in, que es el modo que encontramos de enchufar a la gente a un sistema de ocupación del territorio más consciente y simbiótico.
La estrategia se basa en el uso de los espacios vinculados a la autovía A1. Para ello se plantea un sistema de movilidad alternativo por el que circulan tanto personas como programas que al final del día quedarán apilados mediante sistemas de paletización industrial en torres multiprogramáticas. Estas torres además de ser funcionales se rigen como un elemento paisajístico dentro de la planicie de los centros comerciales y sus explanas de parking. La torre se convierte en un elemento que permite a los usuarios tomar conciencia del fenómeno urbano.
El programa que se despliega desde las torres supone un modo de complementar la pobreza de programa que encontramos en los espacios comerciales. Completa la idea de centralidad asociada a estos espacios pero con un sentido que escapa de la iniciativa puramente lucrativa. Este programa se despliega en función de la voluntad y participación de los ciudadanos, es decir, con un mensaje SMS es posible pedir por ejemplo el despliegue de una pista de tenis o unas gradas para tomar el Sol.
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