Por Alicia Galán Álvarez
Se ha hablado en muchas ocasiones de una cierta opacidad en el arte contemporáneo que impide al público general penetrar y mucho menos comprender lo que está viendo. No es un asunto nuevo. Este problema de incomunicación artista-espectador ya fue puesto de manifiesto en los años 60 en América, e hizo surgir un movimiento llamado Fluxus. Qué fue Fluxus exactamente, es un tema de debate, pues se sitúa a caballo entre artes diversas (teatro, música, danza, pintura, literatura…), pero los objetivos que tuvo sí son claros: elevar la cotidianidad a la categoría de Arte, fundir los límites del día a día en la performance. A pesar de su gran trascendencia cultural, este grupo de artistas es poco conocido, y puede deberse a su falta de cohesión como «movimiento» artístico puro. Precisamente, George Maciunas (1931-1978), su fundador, escogió de entre las palabras del diccionario el término latino flux debido a su gran variedad de acepciones y a su flexibilidad gramatical, una referencia al carácter del grupo.
Se cumplen 50 años del primer festival Fluxus en Wiesbaden, por ello, el Museo Reina Sofía ha decidido organizar las sesiones Fluxus to the People, conciertos de carácter participativo. No hay mejor manera de introducirse en la filosofía de este grupo de artistas que a través de una acción colaborativa. Y es que todo ese frágil mundo de la performance que La Monte Young, George Brecht, Yoko Ono, Dick Higgings o Nam June Paik, entre otros, pusieron en marcha para Fluxus se basa precisamente en eso. Los integrantes compartían el común interés por producir estímulos en el público, preocupados por una sociedad americana cada vez más influida por la televisión. Hay abundantes fotografías, pero escasos vídeos, que nos han traído hasta hoy esos eventos de carácter efímero que tuvieron lugar en Nueva York durante los años 60: exposiciones en las que el espectador podía colocar los objetos a su antojo, conciertos para destrozar instrumentos, música electrónica, escenarios aleatorios. Gracias a los flux-tours, se organizaron eventos de varias semanas de duración, que se iban trasladando por distintos ámbitos y salas del SoHo de Nueva York, dando repercusión al movimiento y permitiendo la intervención del público.
Mi relación con el movimiento Fluxus, se produjo a raíz del Proyecto Fin de Carrera que realicé en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Centrándome en la obra excepcional de uno de estos artistas integrantes del movimiento, Nam June Paik —vídeo-artista, para ser más precisos— extraje una idea que diera pie al desarrollo completo de un Centro de Artes Visuales. Nam June Paik desempeña un papel fundamental en la historia del arte contemporáneo y en la creación de un nuevo discurso estético que acabó finalizando en el aprovechamiento del carácter material de la cámara de vídeo y la televisión, de muy diversas maneras. La idea de proyecto escogida fue la distorsión, entendida como la deformación de imágenes, sonidos, señales, etc., producida en su transmisión o reproducción. La distorsión es la forma en que este edificio se adapta a la naturaleza que lo rodea (fluye) deformándose, «deconstruyéndose». De este modo, el proyecto se ve atravesado por un flujo de energía que deja las piezas del programa en una posición aparentemente azarosa. Es en este punto donde se unen la idea de proyecto y el concepto de Fluxus como algo que nunca es permanente, que posee una estructura temporal propia.
Hubo dos manifiestos de Fluxus redactados por G. Maciunas. En ellos se hace patente un profundo sentir por la búsqueda ese carácter colaborativo en el arte, del que ya hemos hablado anteriormente. Sus palabras, de tono casi dadaísta, se enfrentan al panorama artístico de la época: «Hay que purgar el mundo de la enfermedad de la burguesía, los intelectuales y la cultura comercializada. […] promover un flujo claro y limpio en el arte, y que esta realidad no sea solo de los críticos, diletantes y profesionales, sino de toda la gente».
Me atrevería a decir que esta misma actitud es la que está despertando ahora en el ámbito del urbanismo, con sus matices. Términos como «regeneración urbana participativa», «encuentro vecinal» o «autoconstrucción de zonas públicas» cada vez son más frecuentes a la hora de pensar y crear esos espacios en los que nos gusta estar a todos. Se me antoja que los «principios» —si es que se pueden llamar así— de Fluxus, son un poco como la vida en el espacio público: hay unas reglas impuestas y un entorno creado, que luego los ciudadanos utilizan, viven y habitan a su manera. Del mismo modo que en las performances de este grupo de artistas se hacía un uso libre y pluridimensional del espacio (escenario), en el espacio urbano se puede actuar e interactuar con los elementos que lo constituyen y la gente que en él está.
Escribió también G. Maciunas que Fluxus «debe demostrar que todo puede ser arte y cualquiera puede hacerlo». Esta actitud es la que dota a este movimiento de un empeño ético y social, más que estético. Y así es como se ha de actuar en el paisaje urbano. Afortunadamente, se están proponiendo nuevos modelos de gestión, más adaptados a las necesidades de cada lugar, más realistas en su ejecución y, sobre todo, con una componente participativa muy importante. Quizás, como decía en 1976 el músico experimental Peter Frank, «Fluxus no era un movimiento, era una tendencia» y estas tendencias son las que, bien conducidas, hacen evolucionar (fluir) el paisaje urbano a la par de la sociedad que lo experimenta.
Alicia Galán Álvarez es arquitecto por la ETSAM. Realizó su Proyecto Fin de Carrera en 2011, tomando como punto de partida el movimiento artístico Fluxus, para la realización de un Centro de Artes Visuales en Segovia. En la actualidad desarrolla su actividad profesional en el estudio
Champan Taylor. Además, escribe poesía en el blog:
http://intensalevedad.blogspot.com.es/
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Happening de Fluxus (fuente: George Maciunas Foundation).
Imagen 2: Paik tocando la composición 9 minutos. (fuente: «Los mundos de Nam June Paik» Ed. The Solomon R. Guggenheim Foundation, Bilbao, 2001).
Imagen 3: Imagen: Vista de conjunto del Centro Fluxus de Artes Visuales en Segovia (fuente: PFC Alicia Galán Álvarez).