Desde hace unos años estamos siendo testigos de una eclosión de prácticas colectivas que tratan de dibujar de manera más o menos coordinada un nuevo escenario urbano. Propuestas que nacen en contraposición al modelo urbanístico especulativo y expansivo1 que hemos vivido en las últimas décadas —auspiciado principalmente por la ley del suelo de 1997— y que tienen en la participación, la colaboración, la horizontalidad, la ecología y la utilización de las nuevas herramientas digitales sus principales rasgos diferenciadores.
Si bien el escenario socioeconómico posburbuja ha espoleado este tipo de iniciativas, no conviene olvidar que éstas cuentan con notables referentes históricos, de los que hay que tomar buena nota a la hora de dar forma a un «nuevo urbanismo». Efectivamente, el urbanismo participativo no se ha inventado en este nuevo siglo. Sin ir más lejos ahí tenemos toda la experiencia acumulada en Madrid durante los años ochenta con el programa Barrios en remodelación2, que supuso una alineación entre movimientos vecinales y técnicos urbanistas; o las experiencias más recientes como el Ecobarrio Trinitat Nova (GEA 21), la remodelación de la Plaza Lesseps (Itziar González) o la regeneración urbana del barrio de La Mina (Jornet-Llop-Pastor Arquitectes); todos ellos proyectos desarrollados en el Área Metropolitana de Barcelona. A nivel internacional la tradición del advocacy plannig y el community planning, por ejemplo, también cuentan con una larga trayectoria, especialmente en el ámbito anglosajón.
Sin querer entrar a redactar un detallado prontuario, lo cierto es que estos antecedentes junto a las incipientes y cada vez más exitosas prácticas de nuevo cuño nos permiten asegurar sin ambages que otra forma de hacer urbanismo «no solo es necesario, sino que también es posible». Esta constatación resulta muy relevante a la hora de reivindicar ante los poderes públicos un rotundo viraje en sus políticas urbanas, ya que todavía existe un porcentaje nada desdeñable de representantes políticos de la Administración Pública —sea cual sea su escala de incidencia— que siguen encerrados en los mismos esquemas que desarrollistas que propiciaron la burbuja inmobiliaria.
Pero para poder consolidar una praxis urbanística alternativa con capacidad de incidencia real en la sociedad y en las instituciones públicas los ejemplos recientes y precedentes exitosos no son suficientes. También se requieren de metodologías, herramientas y teorías empíricas con las que dar forma a ese nuevo urbanismo. De lo contrario corremos el peligro de caer en la autocomplacencia y la experimentación vacua.
Es por ello que tenemos que empezar a construir unas bases sólidas —a través de una retroalimentación constante entre teoría, crítica y práctica— sobre las que erigir este necesario y reclamado cambio de paradigma urbanístico y arquitectónico. Un corpus teórico-práctico que permita trazar «líneas de fuga»4 para la construcción democrática y ecológica de la ciudad.
Desde Paisaje Transversal nos gustaría aportar unas embrionarias claves sobre las que entendemos debería de asentarse este nuevo urbanismo. Se trata de una serie de ideas no deterministas que plantean desde nuestra propia experiencia profesional. Su enunciado no tiene mayor pretensión que abrir el debate y proponer un punto de partida sobre el empezar a perfilar colectivamente un nuevo horizonte para la ciudad y el territorio. Como siempre, toda aportación, crítica o sugerencia serán bienvenidas.
A nuestro entender, algunas de las claves (revisables) para este nuevo urbanismo serían:
Metodología:
Existe el riesgo de que todo este fervor por idear nuevas formas de intervención colectiva en la ciudad a las que aludíamos al inicio no transciendan su, en ocasiones, vocación experimental. Lo que dejaría en evidencia la escasa incidencia de las mismas. Es por ello que necesitamos sistematizar todos los saberes comunes y trabajo que este tipo de prácticas están desarrollando. Tenemos que comenzar a imprimir un rigor metodológico mayo a los procesos para ampliar el impacto y eficacia de los procesos y para facilitar su replicabilidad en otros contextos, a través de otros agentes y equipos.
Herramientas de evaluación:
Requerimos de instrumentos que nos permitan analizar los resultados obtenidos desde una perspectiva cuantitativa y cualitativa con los que poder demostrar la capacidad transformadora de nuestras intervenciones. También como medio para traducir a otros lenguajes (el de las entidades privadas, las Administraciones Públicas, etc.) todos esos intangibles que movilizan nuestras prácticas así como su efectos positivos. Algo que nos permita demostrar que, en definitiva, hay otra manera de hacer las cosas que aporta mayores beneficios a las ciudades y sus habitantes.
Transversalidad:
Hay que comenzar a tender puentes de cooperación y diálogo entre los diversos agentes que intervienen en el territorio en 3 ejes confluyentes:
- Interdepartamentalidad: Si queremos que el urbanismo se rija desde una perspectiva integral, ya no puede depender de la «ventinalla única». Tenemos que integrar en los proyectos urbanos a diferentes áreas o departamentos de la Administración y hacerles colaborar: Urbanismo, Asuntos sociales, Movilidad, Promoción Económica, Medio Ambiente, Participación Ciudadana, Comunicación. Debido a la falta de cultura de cooperación dentro de la Administración Pública, el trabajo como facilitadores de esta participación de voces con intereses y lenguajes diferentes.
- Colaboración entre agentes: Tomando como eje central a la ciudadanía, hemos de plantear espacios y dinámicas que permitan la colaboración entre los diversos agentes que operan sobre el territorio (tanto humanos como no -humanos). Desarrollar procesos de participación ciudadana que permitan aunar las visiones técnicas y la percepción ciudadana.
- Transdisciplinariedad: Para resolver los problemas que atañen a la complejidad de la ciudad y el territorio resulta imprescindible aunar diferentes visiones disciplinares. Por lo tanto es necesario impulsar procesos creativos que las aúnen desde el origen y establezcan una correlación de fuerzas entre ellas, sin caer en la habitual dominación de la perspectiva urbanística-arquitectónica5.
Participación
La participación ciudadana corre riesgo de convertirse en la nueva sostenibilidad: un término pervertido y vaciado de contenido. Dos son los peligros que afronta: la banalización y la espectacularización. Y esto en buena medida sucede porque la participación y las prácticas colectivas tiende a ligarse a la buena voluntad de la gente y no suelen estar sujetas a metodologías, principios y objetivos claros. Los procesos naturales tienden a no ser sostenibles (emocionalmente, afectivamente, económicamente, etc.) y autodestruirse por nuestros hábitos culturalmente construidos-heredados 6. Es por ello que resulta imprescindible empezar conocer y poner en práctica métodos ya desarrollados y aprender de experiencias previas7, sean estas exitosas o no (de los errores también se aprende, más incluso que de los aciertos).
Hibridación
Los límites entre lo físico y lo digital son ya muy difusos, prácticamente inexistentes. Hoy en día habitamos en un espacio híbrido entre ambas esferas, un viaje de ida y vuelta entre ellas que establece un bucle de retroalimentación constante que modifica nuestras conductas y pautas de vida. Por lo tanto el nuevo urbanismo habrá de reflejar esta realidad incorporando estrategias y herramientas que respondan a los retos, potencialidades, oportunidades y peligros que supone.
Institucionalización
Utilizamos este término a propósito, dado que hoy en día existe cierto recelo por parte de los equipos y colectivos a profesionalizar sus prácticas y hacer que estas realmente comiencen a escalar desde abajo hasta arriba. Si realmente queremos consolidar un nuevo urbanismo tendremos que lograr que todas esas prácticas puedan desplazar las actuales prácticas que rigen las instituciones y los espacios de decisión. No somos ajenos al recurrente debate entre entre institución y movimiento, pero consideramos que constituir una nueva profesión y dignificar en torno al nuevo urbanismo es una buena manera de consolidar el necesario cambio de paradigma urbano. Y eso pasa en gran medida por viabilizar, dignificar y hacer sostenibles nuestras prácticas como forma de vida, lo que en última instancia conduce a su institucionalización.
Este artículo se basa en nuestra intervención en el curso de la UIMP Nuevas ciudades, nuevo urbanismo. A continuación podéis ver la presentación que la acompañó.
Nuevas ciudades, nuevo urbanismo (Paisaje Transversal) by Paisaje Transversal
1 Sobre los efectos de este urbanismo depredador recomendamos dos informes que determinan el exponencial crecimiento urbano de las últimas décadas: NAREDO, José Manuel.; GARCÍA ZALDÍVAR, Ricardo (coord.): Estudio sobre la ocupación de suelo por usos urbano-industriales, aplicado a la Comunidad de Madrid. Madrid: revista Hábitat, 2008 (disponible en: http://habitat.aq.upm.es/oscam/); y la serie de informes Destrucción a toda costa publicados por Greenpeace desde 2006 (disponibles en: www.greenpeace.es)
2 Sobre el programa Barrios en remodelación y la articulación entre movimientos vecinales de base y técnicos urbanistas son recomendables dos lecturas complementarias: VILLASANTE, Tomás R. (Ed.): Retrato de chabolista con piso. Madrid: CIDUR S.A, 1989 y LÓPEZ DE LUCIO, Ramón: «El programa Barrios en remodelación, Madrid, 1978-1988. Experiencias de transición entre bloque abierto y la manzana», en Evolución y crisis en el diseño de tejidos residenciales 1860-210. Buenos Aires: nobuko, 2013. La primera ofrece una visión más social y la segunda analiza el programa desde una perspectiva urbanística.
3 El concepto de advocacy planning nace en 1965 con el artículo de Paul Davidoff «Advocacy and pluralism in planning».
4 DELEUZE, Gilles; GUATTARI, Felix: Mil Mesetas. 6ª ed. Valencia: Pre-Textos, 2006
5Sobre el enfoque transdiscipliar recomendamos el artículo de Edgar Morín ¿Qué es transdisciplinariedad? http://www.edgarmorin.org/que-es-transdisciplinariedad.html
6VERCAUTEREN, David, CRABBÉ, Olivier; MÜLLER, Thierry: Micropolíticas de los grupos. Para una ecología de las prácticas colectivas. 2ª ed. Madrid: Traficantes de Sueños, 2014. 7 A destacar el trabajo realizado por la Red CIMAS, cuyos manuales y metodologías se encuentran disponibles en http://www.redcimas.org/
Créditos de las imágenes: Imagen 1: The on-line neighbourhood planning community (fuente: http://planning.communityknowledgehub.org.uk/) Imagen 2: Ecobarrio de Trinitat Nova (fuente: GEA 21)
Imagen 3: Diagrama Negociación Urbana (fuente: Paisaje Transversal)
Imagen 4: Proyecto para compartir archivos en la ciudad Dead Drops (deaddrops.com)