Por Fernando de Porras-Isla
Recientemente hemos podido leer en la prensa algunas noticias sobre un nuevo centro comercial en la calle Antonio López, frente a Matadero Madrid, un extraño caso de esquizofrenia urbana.
El artículo más temprano y detallado se escribió en el diario Cinco Días del pasado 19 de enero. Se trataba de una especie de publirreportaje que arranca identificando al promotor del proyecto como «multimillonario rumano-francés emparentado con la monarquía europea y amigo íntimo del rey Juan Carlos»[1]. Buena manera de empezar, con palabras que muy bien podrían haber salido de la boca del Pequeño Nicolás: «ojo, que el promotor es muy importante…».
El edificio, que se pretende construir en el magnífico solar flanqueado por las Calles Antonio López, Eugenio Caxés, San Zacarías y la Avenida del Manzanares es una verdadera infamia arquitectónica. No podría sacar mejor nota que «muy deficiente» en el primer curso de cualquier escuela de arquitectura de España. No hace falta decir mucho más, las imágenes hablan por sí solas.Sin embargo, esta arquitectura trasnochada y autista (no importa si las calles a las que vierten sus lados tienen 40 o 10 metros de anchura, se enfrentan a un río o a unas viviendas, da lo mismo, porque todas sus fachadas parecen casi iguales…) provista de un lenguaje de pináculos, mármoles y pilastras que no cabría en el centro de ninguna ciudad europea mínimamente culta, no es lo peor de la operación.
Si detenemos nuestra mirada sobre lo acontecido en esta parcela en los últimos tiempos, descubriremos que el Ayuntamiento de Madrid se ha preocupado de ella reiteradas veces, construyendo una historia aparentemente coherente en su ámbito, hasta este enero.
Esta historia es, sin duda, signo de que el lugar es trascendente, una verdadera ocasión para la ciudad.
En el año 2008, se aprobó el Plan Especial Río Manzanares promovido por el Ayuntamiento de Madrid, que establecía las determinaciones que hicieron posible el Parque Madrid Río, sobre terrenos de propiedad municipal. Ese plan además, identificaba las llamadas AO (áreas de oportunidad) y entre ellas, esta parcela.
Las indicaciones (no normas de obligado cumplimiento, ya que la parcela era privada) básicas sobre el lugar eran las siguientes[2]:
- Establecer una zona verde en su frente sobre el río en continuidad con el Salón de Pinos.
- Implantar una vía como prolongación de la calle Matilde Gallo y mantener las visuales desde esa calle hacia el río.
- Localizar los accesos a las edificaciones exclusivamente desde la calle Antonio López.
Entre 2010 y 2011 el Ayuntamiento encargó y aprobó la redacción del Plan Director de Renovación Urbana del Entorno del río Manzanares. Se trataba de un documento, no normativo, que establecía los parámetros necesarios para el mejor desarrollo de las propiedades privadas en las orillas del río Manzanares, a lo largo del parque Madrid Río. Este plan localizaba una serie de Conjuntos de Renovación Urbana y con el número 3 clasificaba la parcela que aquí nos ocupa.
Entre otras propuestas se planteaba para este lugar lo siguiente: «Definición de una nueva imagen urbana, tanto al frente del Manzanares como a Antonio López, con una ordenación que posibilite una permeabilidad interior con espacios públicos dando continuidad transversal a la nueva pasarela desde matadero con el distrito de Usera.» [3]
A comienzos del año 2014, esta vez por iniciativa privada, el Ayuntamiento aprobó el Plan Especial para la parcela situada en la Calle Antonio López números 109 y 111. En su artículo 4, de obligado cumplimiento, entre otras cosas, se prescribía:
«Continuidad de la Calle Matilde Gallo: la edificación que se proyecte deberá dar continuidad en la parcela al eje viario transversal calle Matilde Gallo, a fin de asegurar la continuidad de su recorrido peatonal hasta la avenida del Manzanares»[4]
El Plan calificaba esta calle como «espacio privado» y definía con precisión su anchura de 12 metros y su situación a nivel del suelo de la calle Antonio López.
Pues bien, esa calle transversal sobre el solar, reiteradas veces propugnada por el Ayuntamiento en sus sucesivos actos administrativos no aparece por ningún lado en la propuesta del «multimillonario rumano-francés» que se puede ver en la caseta comercial instalada en el mismo lugar.
Como es fácil comprobar en las imágenes que acompañan, el centro comercial colmata la parcela negando cualquier visibilidad desde la calle Antonio López hacia el río. Según informó el ABC [5], la concejala de Urbanismo había declarado que el proyecto «está a punto de aprobarse».
El Plan Especial Río Manzanares gozó de dos meses de información al público, con una oficina abierta a tal efecto en la uta Municipal de Arganzuela. El Plan Director de Renovación Urbana del Entorno del río Manzanares y el Plan Especial de la Parcela (aprobado en enero de 2014) cumplimentaron así mismo un periodo de un mes de información pública.
La modificación (si es que la ha habido) que nos presenta el actual centro comercial ha sido tramitada a puerta cerrada, sin posibilidad alguna de sugerencias o alegaciones, ya que no se ha vuelto a abrir ningún periodo de participación o información.
¿Por qué el Ayuntamiento contradice de modo tan patente sus intenciones y actos recientes? ¿Cuál es la causa de esta esquizofrenia aguda?
Mientras indagamos sobre la respuesta, invitamos a todos a tratar de que, al menos, en los despachos municipales sean conscientes de sus contradicciones y tengan a bien ante la irrupción de este edificio junto a la ribera del Manzanares, volver a pulsar la opinión de los ciudadanos, cosa a la que legalmente están obligados.
Fernando de Porras-Isla es arquitecto, redactor del Plan Especial Río Manzanares y coautor del proyecto Madrid-Río. Actualmente es profesor de la Universidad Europea de Madrid dónde dirige un máster sobre Gestión Inteligente de la Ciudad.
Puedes unirte al debate que se ha generado en torno a esta figura arquitectónica —llamada así independientemente de su calidad— en el Facebook, o dejar tu opinión en un comentario. Además el próximo 11 de febrero a las 18.30 se realizará una reunión sobre este tema en Intermediae.
[1] Diario Cinco Días del 19 de enero, de 2015 páginas 10 y 11 o en la edición digital [2] Datos contenidos en la ficha T01 AO.08 de la Memoria de Áreas de Oportunidad del Plan Especial Río Manzanares [3] Datos de la ficha CRU 3 8.1.3 anexo II: Conjuntos de Renovación Urbana
[4] Publicado en el BOCM nº 60, página 97 de 12 de marzo de 2014 [5] En su nota del pasado 29 de enero de 2015 (sección de Madrid, página 65)
Créditos de Imágenes: Imagen 01: Fachada al río (fuente: http://www.centrocomercialplazario2.es) Imagen 02: Vista a Antonio López (fuente: http://www.centrocomercialplazario2.es) Imagen 03: Vista Aérea (fuente: http://www.centrocomercialplazario2.es) Imagen 04: Imágen de aspecto nocturno (fuente: http://www.centrocomercialplazario2.es)
3 comentarios
Lamentable. Desde siempre las ciudades se han construido de manera acorde a los valores de quien ostenta el poder. Se reniega del espacio urbano porque los ciudadanos interesamos exclusivamente como consumidores. Lo que pasa es que, en otros casos, por muy discutibles que nos pudieran parecer, los ideales se apoyaban en propuestas arquitectónicas interesantes, sugerentes o revolucionarias. En este caso no: vamos a repetir el bodrio del extrarradio en el centro de la ciudad.
Y nosotros a consumir
Para llorar
"Todo tiene que ver con todo".
mientras nos dedicamos a cambiar lo que no nos gusta del todo…lo que no nos gusta nada sigue funcionando a toda maquina…
Benjamin y pgdb:
Muchas gracias por vuestros comentarios. Desde luego sería un error caer exclusivamente en la crítica arquitectónica al edificio. Lo más relevante de esta operación no es su dudosa calidad estética, sino las consecuencias negativas que puede acarrear una intervención como esta en la vida urbana del barrio, el comercio de proximidad, etc.
Efectivamente, como indica Benjamin, este tipo de proyectos no hacen si no reafirmar el interés por seguir perpetuando el modelo de ocio consumista y privativo en el que estamos inmersos.
En cuanto a pgdb,efectivamente, corremos el peligro de no ser capaces de resistir los constantes envistes planteados desde ciertas esferas, y a veces parece que carecemos de capacidad o propuestas alternatvias con las que cambiar aquello que "no nos gusta nada".