Como ya os anunciamos hace unos meses, el pasado 7 de abril fallecía Mario Gaviria, una de las figuras clave del urbanismo español. Una triste pérdida que dejo huérfanas a varias generaciones de urbanistas, entre los que humildemente nos incluimos. Sus lecciones nos llegaron en primera instancia de la mano de algunos de sus más aventajados discípulos, quienes junto a él, a finales de los 60, sentaron las bases de otra manera de intervenir en la ciudad gracias publicaciones de referencia como la fundamental “Gran San Blas. Análisis sociourbanístico de un barrio nuevo español”, que recuperamos hace algunos años.
Sin duda, Mario fue para nosotros toda una referencia y así hemos tratado de reivindicarlo a lo largo de estos años. Tuvimos la suerte de compartir distintos momentos con él y ha tenido un lugar destacado en nuestro blog. Nuestra más reciente aportación para divulgar su figura y pensamiento la realizamos con motivo de su triste fallecimiento de la mano de David Prieto, quien le dedicó un precioso y sentido obituario.
Hoy nos gustaría continuar recordando la figura de Mario a través de otra persona muy cercana a él y habitual colaborador por estos lares: Ramón López de Lucio. A continuación os reproducimos el texto que Ramón leyó con motivo del homenaje que tuvo lugar en Tudela el pasado 9 de junioorganizado por Consorcio EDER, sus amigos y el Ayuntamiento de esta localidad navarra.
Que la tierra te sea leve, Mario.
HOMENAJE A MARIO GAVIRIA LABARTA
Tudela (Navarra), 9 de junio de 2018
Imaginaos la Universidad española en la segunda mitad de los años 60 del siglo XX, todavía con Franco vivo. Imaginaos en concreto la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid: un ambiente elitista donde se respiraba a partes iguales la consciencia de ser “aprendices de artistas” y la certidumbre de poderse ganar la más que cómodamente con la profesión.
Donde los problemas urbanos de todo tipo se ignoraban casi por completo en las aulas de la Escuela o en las publicaciones profesionales. Sin embargo Madrid todavía tenía cerca de 50 mil chabolas e infraviviendas, extensas periferias con deficientes equipamientos y transportes públicos, acusada escasez de espacios verdes e instalaciones deportivas, centenares de hectáreas de nuevos polígonos residenciales tristes y mal construidos, donde se apilaban decenas de miles de viviendas.
En ese momento un grupo de jóvenes inquietos descubrimos, casi por casualidad, la existencia de un tal Mario Gaviria que durante el año escolar 66-67 iba a dar un curso de sociología urbana en un lugar misterioso —pero céntrico y sin costes de matrícula—, CEISA, siglas de una institución de la que no habíamos oído hablar jamás, el Centro de Estudios e Investigación, S.A., una Sociedad Anónima para más inri.
Durante la última parte de 1967 y el año 1968 nos dedicamos a analizar el mayor barrio obrero de promoción pública de finales de los años 50, el Gran San Blas. Aquella experiencia cambió nuestra vida y, en buena medida, determinó una parte sustancial de nuestros intereses y nuestra actividad profesional e intelectual durante el resto de ella.
Nos convertimos en “urbanistas críticos” en la estela de Mario y de su maestro durante sus años parisinos, el sociólogo Henri Lefebvre. Pisamos el barro de las periferias urbanas, nos familiarizamos con sus deficiencias y con las formas como campesinos emigrados a la capital sobrevivían hacinados en viviendas de 32 ó 34 metros cuadrados.
El trabajo colectivo de un grupo de hasta 39 estudiantes coordinado por 2 jóvenes sociólogos, Enrique Grillo y Jaime Bibiloni, y dirigido por Mario Gaviria, Fernando Terán y Juan Manuel Alonso, se convirtió en 1968 en un número extraordinario de la revista Arquitectura: “Gran San Blas. Análisis socio-urbanístico de un barrio nuevo español”.
¿Qué recuerdo, qué recordamos los compañeros de aquel amplio equipo del Mario de aquellos años, apenas un poco mayor que nosotros?
Hoy me toca personalizar pero me atrevería a decir que mi memoria no se aparta en exceso de la de aquellos y, seguramente, de la de tantos otros discípulos y colaboradores como los que hoy nos reunimos aquí.
En primer lugar hablaría de su entusiasmo contagioso, su alegría, que convertía el trabajo de campo y las lecturas compartidas, en una experiencia gozosa, en algo más cercano a la felicidad —sin duda la edad ayudaba— que a otra cosa cualquiera.
Enseguida debería subrayar la habilidad de Mario para impulsar nuestra curiosidad, por abrirnos nuevos horizontes de reflexión, a la vez —y ahí está lo más difícil— que era capaz de trasmitirnos confianza en nuestras capacidades. Para ver, para relacionar, para escribir y proponer, para atrevernos a poner en cuestión los dogmas del Movimiento Moderno en arquitectura y en urbanismo, mientras comprobábamos sus consecuencias sobre el terreno.
En tercer lugar, pero tan importante como lo anterior, su desbordante generosidad tanto intelectual como material.
Quizás peque de frivolidad pero creo que para muchos de nosotros tuvo pareja importancia el descubrimiento de Jane Jacobs o de Henri Lefebvre como los finales de tarde entre cervezas y gambas a la plancha en la Cervecería Santa Bárbara de la madrileña glorieta de Alonso Martínez. O la redacción final de los textos del Gran San Blas al borde del pantano de Buendía, en bañador, intercalando las máquinas de escribir portátiles con monumentales bocatas de jamón serrano.
En fin, no quiero extenderme más. Algunos hemos seguido la amistad con Mario, incluso algunas colaboraciones esporádicas con él, durante toda la vida. Hemos sido testigos de sus aventuras en Extremadura, en Benidorm o en el Valle del Ebro. ¡Qué sugerente ese último libro que me regaló cuando le visité hace solo unos meses en Zaragoza, cuyo título es casi un resumen de su trayectoria “La buena vida, las energías renovables y la reislamización fría”!.
Por todo ello, Mario, gracias en mi nombre y en el de tantos compañeros y amigos que convivimos contigo durante esa época y que hemos tenido la suerte de seguirte la pista durante muchos años después.
Ramón López de Lucio
Madrid 7 Junio 2018
Me gustaría pensar que en representación, entre otros —algunos también desaparecidos ya— de: Juan Barrado, Jaime Bibiloni, Ana Botana, Isabel Boter, Javier Gónzalez Pueyo, Carlos de la Guardia, Agustina Herrero, Carlos Lles , Felipe Peña Pereda, Miguel Roiz, Carlos Sánchez-Casas, José Manuel Sanz e Ignacio Ugalde). NOTA Quizás el documento más completo de la época que se evoca en estas líneas es el DVD “45 AÑOS CON MARIO GAVIRIA. Urbanismo y Compromiso Social”, grabado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con ocasión del homenaje que le organizamos en noviembre del 2013 sus discípulos del ramo del urbanismo y la sociología urbana. En el acto participó el mismo Mario, Fernando Terán, Rafael Moneo, Isabela Velázquez, David Baringo, Guillermo Acero y el firmante del texto anterior. Quien esté interesado puede ponerse en contacto conmigo. Podéis ver el vídeo de esa sesión del Club de Debates Urbanos en el siguiente enlace: https://www.paisajetransversal.org/search/label/Mario%20Gaviria * El título del post está tomado del propio acto de homenaje que podéis consultar aquí Créditos de las imágenes: Imagen 1: Fragmento del cartel del homenaje de Mario Gaviria (Fuente: Plaza Nueva) Imagen 2: Mario Gaviria (Fuente: Plaza Nueva) Imagen 3: Público asistente al acto de homenaje celebrado del pasado 9 de junio de 2018 en Tudela (fuente: Diario de Navarra)