por 300.000 Km/s
Cuando trabajamos en el planeamiento urbano, ya sea desde la labor profesional o desde la actividad vecinal, aquello que motiva el esfuerzo de la mayoría de nosotros es la configuración de entornos habitables: hacer de nuestras ciudades los mejores lugares en los que vivir.
Con este fin, el planeamiento urbano recurre de forma frecuente a estándares que nos indican las mejores edificabilidades, la óptima proporción de la mixtura de usos, la ideal cantidad de espacio público o el justo número de espacios verdes, entre otros muchos. Una serie de criterios cuantitativos necesarios para establecer un marco de trabajo coordinado dentro de la misma ciudad que a la vez nos permita compartir y comparar con el resto de ciudades. Unos criterios que surgen para dar forma a las agendas urbanas con las que debemos afrontar los retos de necesaria transformación en nuestras ciudades para responder a las transformaciones sociales y hacer frente a los impactos del cambio climático y su mitigación.
Los estándares que expresan estos criterios definen inevitablemente solamente aspectos cuantificables, ya que solamente lo que es mensurable luego puede ser requerido, trazado y evaluado. Esta forma de trabajar nos proporciona grandes ventajas a la hora de redactar y aplicar políticas pero, a la vez, corremos el riesgo de que el planeamiento urbano y la configuración de las ciudades solamente se reduzca a las características urbanas cuantificables. Esto sitúa al resto de atributos (que son menos fácilmente medibles) en un ámbito accesorio, complementario, no prioritario o incluso inabordable, siempre por detrás de los parámetros que rigen las urgencias cotidianas.
La ciencia ciudadana al servicio del urbanismo: el experiemento Mercé
El experimento de ciencia ciudadana Mercé realizado en Barcelona (2020) quiere proponer una nueva aproximación a los atributos subjetivos de la ciudad mediante una metodología de cuantificación que nos permita abordar estos otros aspectos, tal y como lo hacemos con el resto de elementos que definen nuestra políticas públicas. La iniciativa se centra en comprender cómo son los entornos habitables, qué los caracteriza y cómo poder extender esta valoración de forma autónoma mediante un algoritmo de inteligencia artificial hacia la totalidad de la ciudad. Así, este proyecto de investigación se apoya en la colaboración ciudadana, para la identificación de entornos habitables, una tarea hasta ahora cargada de subjetividad que solamente así podemos realizar. Para ello, en vez de preguntar a los participantes cuales son aquellos entornos ‘preferidos’ en la ciudad, se les muestran un par de fotografías aleatorias de distintos tramos de calles de las que deberán indicar las que son mejores o peores. Un ejercicio realizado de forma colectiva que finalmente ordena un total de 3.000 fotografías, estableciendo un orden gradual de valoraciones a partir de la colaboración de un total de más de 1.400 ciudadanos.
Esta metodología de clasificación de imágenes, que se apoya en experimentos anteriormente realizados por César Hidalgo en el MIT, utiliza la imagen urbana como la expresión resultante de una compleja relación de factores de distinta índole: sociales, económicos, morfológicos, culturales, etc. Una imagen a través de la que subyace la complejidad de la que se forma la ciudad, a partir de la cual podemos obtener una visión sintética de esta.
Esta mirada analítica, que quiere recoger cómo los ciudadanos reconocen la ciudad que se les muestra, proviene de lo que se denominó geografía de la percepción. Iniciada entre otros por Kevin Lynch, y que ha dado pié a otras interpretaciones más libres acerca del valor de lo sensible, como las realizadas por Jane Jacobs en su descripción de cómo debieran configurarse los entornos urbanos, a partir de sus atributos morfológicos más aparentes. Unas metodologías, que hacen de lo visible y su interpretación, la única forma posible y certera de describir el entorno inmediato.
A partir de la clasificación de estas 3.000 imágenes, hemos podido determinar qué calles son percibidas de manera más positiva. Además, hemos podido comprobar cómo varía esta clasificación en función del segmento demográfico observados, caracterizado por el sexo y la edad. De este modo, cuanto más homogéneo es el grupo de población a partir del cual se clasifican las calles, más polarizado es el resultado de las valoraciones obtenidas; es decir, aparece de forma más clara cuáles son las mejores y las peores calles. En cambio, cuando se observa el conjunto de valoraciones expresadas por el total de la población, el consenso se consolida sobre aquellos tramos más neutros.
Por cada una de las imágenes evaluadas, se han caracterizado hasta 150 variables que definen el entorno urbano al que corresponde: la dimensión de la vía, la edificabilidad, la densidad de vivienda, la cantidad de espacios verdes, la composición de la planta baja etc. Un complejo conjunto de datos agregado a eje de viario que resulta del trabajo de 300.000 Km/s, que en los últimos años, trata de construir cada vez mejores modelos numéricos descriptivos de los entornos urbanos.
Medir la habitabilidad de las calles desde lo cualitativo y lo cuantitativo
Con todo ello, el modelo de datos y las valoraciones de los ciudadanos, ha sido posible realizar un modelo predictivo que nos ha permitido, por un lado, identificar las variables que mejor definen las calles habitables, aquellas que resultan más relevantes a la hora de realizar una clasificación efectiva de las vías. Por otro lado, hemos podido extender este entrenamiento, que representa tan solo el 10% de las vías de Barcelona, al resto de la ciudad y así poder construir un mapa completo de la habitabilidad de todas sus calles.
Una vez realizadas las predicciones y evaluados los resultados, el experimento valida la idea de que la habitabilidad es cuantificable. Es posible determinar los parámetros más relevantes para su caracterización y cómo estos deben ser combinados. A la vez, aquello que comúnmente denominamos subjetivo guarda más relación con el colectivo al que pertenece el sujeto que no con el sujeto en concreto, y es por eso que acotar el segmento demográfico proporciona mejores resultados.
Las calles que han mostrado tener mejores características no han sido ninguna de las calles notables en el imaginario turístico o mediatizado de la ciudad. Han sobresalido un gran número de calles habitables lejos de la centralidad urbana, en los ámbitos fuertemente residenciales, a distancia de grandes espacios singulares, llegando a los barrios más periféricos en los que se evidencian algunas de las intervenciones claves de la transformación de la ciudad para dotarla de un espacio público de calidad (ahora ya hace más de 20 años).
Sin embargo, la complejidad urbana difícilmente puede traducirse únicamente a imágenes. Otras dimensiones sensibles, como el ruido de los vehículos o dimensiones olfativas como el frescor de los parques o la brisa del mar, no quedan aquí recogidas. Tampoco se plasman en el experimento las distintas dimensiones temporales. Así, el instante fijo que muestra la fotografía evaluada es un fotograma de cómo era la calle en el momento de ser fotografiada. Por ejemplo, la calle no se muestra de noche; apenas hay rastro de actividad peatonal (a causa de la temprana hora de realización de las fotografías) e incluso el tráfico tiende a ser menor al que habitualmente perciben los ciudadanos en sus trayectos en hora punta. Además si la imagen de la ciudad puede ser el reflejo de las complejas relaciones que existen tras esta, también puede ser esta la máscara que las oculte y que justamente construya una falsa identidad.
Incorporar la habitabilidad en el urbanismo
Dado que podemos afirmar que lo habitable, aún siendo subjetivo, es cuantificable, debemos trabajar para que el planeamiento urbano lo aborde como prioridad de su acción. La habitabilidad no debe ser asumida como una consecuencia de tantos factores imposibles de predecir. Más bien, al contrario. sino todo lo contrario, como la lógica apreciación de un conjunto de correctos atributos urbanos que da sentido al conjunto de éstos. La construcción de entornos habitables debe dirigir las múltiples tareas a realizar para conseguir que nuestras ciudades sean los mejores lugares en los que desarrollar la vida, y a partir de aquí, ensanchar poco a poco todo lo que la habitabilidad engloba.
El interés último de esta tarea es expandir el ámbito de acción del planeamiento urbano, definir con mayor claridad aquello que lo debe motivar e incorporar mayor complejidad en la construcción de los argumentos que lo sostengan. Asumimos la complejidad de los resultados de Mercè así como la necesidad de que sean correctamente leídos e interpretados a la vez que la posibilidad de optimizar los modelos de predicción elaborados a partir de las primeras conclusiones. El objetivo de este artículo no es tanto exponer con detalle los resultados y la metodología empleada sino invitar a la consulta en detalle de toda la documentación compartida en la web del proyecto e insinuar los intereses que el experimento trata de abordar. Para los que además quieran retomar y continuar el trabajo realizado también se comparten el modelo de datos, el modelo de entrenamiento y una breve predicción. Queremos que este sea uno de los tantos pasos necesarios para dar forma a unos mejores entornos en los que habitar.
300.000 Km/s , una agencia de de urbanismo con sede en Barcelona que explora el potencial de la información (datos abiertos y el big data) y de los nuevos paradigmas de computación para generar conocimiento relevante, mejorar el diagnóstico urbano e informar la toma de decisiones. Nuestro trabajo en el ámbito del planeamiento y de las políticas públicas ha obtenido el Premio de Urbanismo Español 2019 y el galardón S+T+ARTS Prize de la Comisión Europea, entre otros.