por Ana Pérez Caballero
Nuestras ciudades y territorios enfrentan cada vez más los impactos del cambio climático, desde olas de calor, sequías, inundaciones y eventos extremos hasta sus consecuencias para los sistemas socioeconómicos y el equilibrio de los ecosistemas. Ante esta realidad, se requieren estrategias efectivas para abordar el problema, especialmente en los entornos urbanos, donde sus efectos tienen un alcance mayor.
Habitualmente se despliegan dos estrategias. Por un lado, tratar de mitigarlo, incidiendo directamente en las causas que lo producen. En este sentido, cobran importancia los planes y estrategias que se están desarrollando en torno a la movilidad o la reducción de las emisiones de gases, especialmente los Gases de Efecto Invernadero (GEH). Por otro lado, el cambio climático es ya una realidad para la que se necesitan medidas adaptativas, que incrementen la resiliencia de los contextos territoriales, que puedan hacer frente a la gran diversidad de cambios e incertidumbres que genera el calentamiento global.
Desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) ya se han desplegado una serie de herramientas institucionales con las que apoyar procesos que permiten convertir nuestros entornos urbanos en espacios más habitables. Desde la “Estrategia de descarbonización a Largo Plazo 2050” hasta el “Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático” (PNACC) con el horizonte puesto en 2030, se han puesto esfuerzos en abordar y marcar el camino hacia municipios y territorios más resilientes y sostenibles.
El riesgo en los contextos urbanos
En mayo de 2023 se aprobó la “Guía para la evaluación de riesgos asociados al cambio climático 2023”, un instrumento que trata de divulgar una metodología unificada que permita a las regiones españolas obtener resultados coherentes para entender las formas en las que puede afectar el cambio climático a los territorios.
La metodología gira en torno al análisis del riesgo como un elemento clave para poder planificar y actuar de manera eficiente, además de permitir comparar las diferentes regiones en torno a un sistema de referencia común. Sin embargo, esto no significa que se trabaje en torno a un modelo cerrado, sino que se proponen una serie de aproximaciones más o menos válidas para su aplicación dependiendo del contexto.
Los escenarios del cambio climático, como los modelizados por el IPCC en su Sexto Informe (2021), ofrecen modelos basados en horizontes temporales donde la amenaza del cambio climático es variable según lo es el aumento de temperatura y, a la que se suma la exposición que sufrirán de determinados territorios a la misma. Su vulnerabilidad queda definida por una serie indicadores cualitativos y cuantitativos transversales que tratan de evaluar la sensibilidad y capacidad adaptativa de las regiones. Todos estos conceptos se utilizan para definir el riesgo a los que se enfrentan los territorios.
Es importante a la hora de evaluar los riesgos derivados del cambio climático partir desde una visión amplia de la problemática. Eso conlleva desprenderse de los modelos antropocéntricos y trabajar en base a sistemas complejos, entendiendo la diversidad de los ecosistemas para encontrar soluciones que sean beneficiosas para el conjunto de los seres vivos que lo habitan.
Diseño de una estrategia
Una vez realizado el análisis y habiendo comprendido la magnitud del riego al que se enfrentan los territorios, se afronta la tarea de desarrollar una estrategia siempre con el objetivo final de reducir la exposición al cambio climático de manera que se minimicen los daños y se aumente la capacidad adaptativa de los contextos urbanos y rurales.
El territorio es variado y algunas de las amenazas comportan una incertidumbre elevada. Cada región ha comenzado a transitar hacia el desarrollo de los instrumentos que mejor se adaptan a sus problemáticas, haciendo un esfuerzo multinivel para intervenir en diferentes escalas territoriales.
La planificación y el planeamiento son ámbitos prioritarios en los que las regiones pueden intervenir para adaptar y prevenir. Especialmente relevante es el planeamiento autonómico, ya que la condición del cambio climático hace que la intervención desde el ámbito supramunicipal sea efectiva. Varios ejemplos, como los Planes de Acción Territoriales de la Comunitat Valenciana o los Planes de Ordenación Territorial de Navarra, potencian un desarrollo sostenible, donde se consideran y tienen en cuenta ya los efectos del cambio climático.
A nivel municipal, el planeamiento, materializado en los Planes de Ordenación Urbana Municipal (PGOU), también se convierte en una poderosa herramienta para poder hacer frente a los riesgos que reporta el cambio climático. Este enfoque es especialmente efectivo si la normativa se encuentra en desarrollo y se pueden implantar herramientas para hacer los municipios más resilientes.
Asimismo, la Agenda Urbana Española ya reconoce la importancia de los entornos urbanos en la lucha contra el cambio climático. En este sentido, desde las Agendas Urbanas Locales se han hecho aproximaciones, pero sigue siendo capital poner el foco en aspectos como la correcta gestión del territorio, la movilidad sostenible o la creación de una red de espacios públicos accesibles.
A una escala más concreta, en los entornos urbanos son muchas y diversas las estrategias que se están siguiendo para conseguir adaptarlos, mejorando la calidad de vida de la ciudadanía. La renaturalización es una gran aliada, pero no es la única iniciativa, existen otras muchas herramientas innovadoras que se están implementando en contextos locales. Por ejemplo, la implantación de sistemas para reciclaje y optimización de los sistemas hidráulicos, como el proyecto “Qanat” en Sevilla, o la creación de redes de refugios climáticos, entre las que destacan la “Xarxa de Refugis Climàtics” de Barcelona, son algunos de los aspectos que actualmente suscitan interés y para los que se están dando soluciones innovadoras.
Avanzar hacia entornos y ciudades que actúen frente al cambio climático
Los efectos multiescalares del cambio climático son, muchas veces, impredecibles. En este contexto, es importante comenzar a preparar nuestros entornos urbanos para frenar el impacto de los que sí podemos predecir y para ello es necesario comunicar las experiencias y compartir aprendizajes.
En ese sentido, los compañeros del Centro de Investigación de Tecnalia ofrecieron en Valencia una reveladora jornada en la que reunieron a expertos de diferentes ámbitos y contextos para aportar luz a las formas en las que debemos adaptar los contextos urbanos ante la amenaza de la crisis climática.
La jornada, a la que asistieron ponentes de todo el ámbito estatal, mostró que no existe una receta mágica para hacer frente al cambio climático y aportó un compendio de herramientas y experiencias multiescalares y diversas para mitigar y adaptarse al cambio climático, mostrando como se ha de intervenir de manera transversal para conseguir transformar de manera efectiva nuestros territorios.