Hace unas semanas apuntabams algunos datos sobre la elección de Valencia como Green capital europea 2024. Este reconocimiento puede verse como un compromiso de seguir por parte de la ciudad para mejorar y seguir dando pasos hacia una realidad más verde y justa, y como forma de convertirse en ciudad verde ejemplarizante para otras ciudades mediterráneas.
Esto es un compromiso con el futuro y con el resto de ciudades que arranca este jueves 11 de enero, momento en el que comienza de forma oficial el periodo de la ciudad valenciana como capital verde.
Pero, ¿cómo es realmente una ciudad más verde? Ante esta cuestión, nos gustaría abordar, desde nuestros aprendizajes, conocimientos y experiencias, un breve análisis sobre los proyectos y las estrategias en relación a la naturaleza y la biodiversidad como ejes de la sostenibilidad urbana.
La importancia de la naturaleza y la biodiversidad
La naturaleza ofrece la mejor manera de transformar nuestras ciudades; para dejar de pensarlas como lugares que sólo consumen recursos y emiten contaminantes y comenzar a imaginarlas como espacios regenerativos, más saludables y habitables, capaces de ofrecer beneficios al medio ambiente y a la sociedad.
Naturalizar las ciudades ayuda, primero, a mejorar y reconectar áreas naturales y verdes/azules, restaurando la red ecológica, aumentando la biodiversidad y ofreciendo servicios ecológicos como regulación, provisión, soporte y enriquecimiento cultural, y, segundo, a integrar los procesos naturales en el metabolismo de la ciudad, al considerar a la ciudad como parte indisociable del ecosistema natural, permitiendo de este modo aspectos tan variados como la restauración del ciclo del agua de forma circular, la facilitación de la formación del suelo, la reutilización de residuos o la generación de energías más sostenibles.
¿Cómo lo estamos abordando a nivel local?
La naturaleza es nuestro manual de instrucciones para regenerar la ciudad: es la herramienta más efectiva para hacer frente a las demandas de una vida más saludable, al cambio climático y a alcanzar con ello ciudades más habitables desde una perspectiva integral que incluya lo social, lo económico y lo ambiental.
No es extraño entonces que la importancia de la naturaleza y biodiversidad en la configuración urbana haya aumentado de forma considerable en los últimos 10 años, principalmente como respuesta a la crisis climática y social, pero también debido a los compromisos europeos dirigidos a la transición verde o el proyecto Misión Ciudades que persigue la neutralidad climática de, al menos 100 ciudades europeas en 2030.
Nos encontramos en un momento de auge en las políticas urbanas relacionadas con naturaleza y biodiversidad, aunque no todas las ciudades están acometiendo soluciones al mismo ritmo ni todas las soluciones tienen las mismas repercusiones.
Planes y estrategias a nivel ciudad con trascendencia en la Naturaleza y Biodiversidad
El principal instrumento para la integración de la naturaleza y la biodiversidad a nivel local son los Planes de Infraestructura Verde y Azul y los Planes de fomento y gestión de la biodiversidad. Estos planes concretan acciones prioritarias para incrementar y asegurar la conectividad y la gestión sostenible de la matriz ecológica, así como la mejora de sus servicios ecosistémicos, la reducción de sus riesgos climáticos y el aumento de los beneficios sociales derivados. Sin embargo, desde que en 2013 la Comisión Europea hizo pública la Estrategia Europea de Infraestructura Verde, promoviendo estos instrumentos, son pocas las ciudades españolas que disponen de un Plan de Infraestructura Verde: destacan ciudades como Vitoria Gasteiz, pionera con su Plan IV en 2014, y otras como Barcelona, Madrid, Pamplona o Valencia, que ya cuentan con su propio Plan.
Además de los Planes de Infraestructura Verde, existen otros planes que tienen influencia directa en la naturaleza y la biodiversidad urbana, como los Acuerdos Climáticos, los Planes de Adaptación y Mitigación del Cambio Climático o los planes de adaptación al calor y refugios climáticos, especialmente relevantes en nuestro territorio ante el incremento de temperaturas sufrido en los últimos años y que, por ello, suponen la herramienta más eficiente a corto plazo para hacer frente al cambio climático.
Frente a estos planes más específicos, no hay que olvidar que los Planes Generales de Ordenación Urbanística (PGOU), al tratarse de los instrumentos de gestión del suelo con mayor capacidad de influencia en la preservación de recursos naturales, pueden ser también una herramienta importante. Siguiendo esto, se pueden también destacar, en el contexto autonómico valenciano, los Planes de Ordenación Territorial Supramunicipales, como los PAT de la huerta o litoral de la Comunidad Valenciana, que introducen figuras de protección que los PGOU deben respetar y, con ello, proteger.
Y, más allá de la ordenación urbanística municipal, en los últimos años las Estrategias integradas o las Agendas Urbanas se han posicionado como instrumentos integrales que permiten repensar a largo plazo el modelo de ciudad y sus límites de ocupación de suelo, atendiendo a los objetivos de naturalización, biodiversidad y gestión circular de los recursos.
Proyectos ejemplarizantes que visibilizan los beneficios de Naturaleza y biodiversidad en la ciudad
Existen proyectos que permiten avanzar en el reconocimiento por parte de la ciudadanía en su conjunto de la importancia de la Naturaleza urbana en la mejora no solo del confort y de la salud urbana, sino también del paisaje y de la belleza patrimonial de la ciudad.
En ese sentido, se pueden destacar los proyectos de gran envergadura, como los grandes parques o la restauración de ecosistemas urbanos específicos —playas, vías verdes, huertas urbanas. De forma general, son espacios cuya condición natural los reconoce como espacios de transición entre la ciudad y el entorno natural, cuya conservación y protección tiene un alto nivel de consenso y de valor identitario.
Por otra parte, los proyectos integrales de creación o naturalización de zonas y ejes verdes suelen tener un importante impacto mediático y no están exentos de discusión, al impactar en el conjunto de la ciudad. Ejemplos como la naturalización de la Avenida Gasteiz de Vitoria- Gasteiz o las Superillas de Barcelona son claros en cómo la controversia ha acabado por conformar largos y complejos procesos de aceptación social.
A menor escala, a nivel de barrio, las soluciones basadas en la naturaleza (SbN) suponen pequeñas intervenciones de naturalización de espacios públicos y/o edificaciones que conllevan importantes transformaciones tales como el aumento de la densidad y diversidad de vegetación en viarios y parques o el incremento de la permeabilidad del suelo. Estas intervenciones se sitúan, sin embargo, en un estado inicial en nuestras ciudades, aunque ya existen ejemplos, como Valladolid o Valencia, que permiten testear su funcionalidad y su impacto en los microclimas urbanos y en la mejora del ciclo de agua.
Acciones transversales, trabajo científico y participación ciudadana
En paralelo a proyectos y planes, la concienciación ciudadana sobre los impactos y los beneficios de la incorporación de la naturaliza en las ciudades se puede apoyar en distintas fórmulas.
Con acciones de promoción de la biodiversidad, tales como la mejora en la gestión sostenible de zonas verdes; la creación de islas, praderas y alcorques biodiversos; la promoción y la conservación de hábitats; la creación de refugios para fauna; el fomento de polinizadores; etc. Todas ellas son acciones que ya están en marcha en muchas ciudades, pero que, sin embargo, son en gran medida desconocidas e incluso poco comprendidas por falta de comunicación.
Es justo por ello que el trabajo científico de seguimiento, evaluación, recogida de datos y divulgación es fundamental: exige recoger y disponer de datos climáticos, de comportamiento de las especies, del estado de los suelos o del ciclo del agua, con el fin de no solo controlar y mejorar de los proyectos de naturalización, sino para convertirlos en resultados evaluables y transmitibles de modo sencillo al conjunto de la ciudadanía.
Después de todo, es la ciudadanía la que debe convertirse en la protagonista en todo proyecto de naturalización urbana: la transformación de barrios y ciudades en entornos más verdes y biodiversos recae, en gran medida, en el nivel de concienciación, iniciativa y compromiso del que disponga.
Con eso en mente, la concienciación, la participación o el impulso de proyectos de custodia compartida del verde urbano por parte de la sociedad o de proyectos de naturalización de iniciativa ciudadana o de renaturalización de solares a cargo de asociaciones civiles —como por ejemplo el Espai Verde del barrio de Benicalap en Valencia— no sólo obtienen mejores resultados sino que también incrementan el apego y la estima por la naturaleza urbana, al tiempo que multiplican los beneficios ecosistémicos de los proyectos.
El caso de Valencia
Para cerrar vamos a situarnos en el contexto de Valencia, destacando los aspectos que desde el eje de la Naturaleza y Biodiversidad del propio Ayuntamiento han permitido de algún modo que la ciudad merezca el reconocimiento de Green Capital europea.
En primer lugar, la riqueza de su patrimonio natural, con el Parque Natural de l’Albufera, el Parque Natural del Turia, el Sistema de la Huerta declarado Patrimonio Agrícola Mundial por la FAO y sus dos playas urbanas, así como más de 15 km. de playas naturales y de espacios verdes urbanos con una extensión de 520 ha., que, en su conjunto, ofrecen una amplia riqueza en términos de flora y fauna. Un patrimonio vivo que quizá hoy no sería posible sin los movimientos sociales que, en los años 70, evitaron la conversión del cauce del río Turia en una autopista y frenaron el desarrollo urbanístico del frente dunar del Saler.
También el esfuerzo de la última década por trabajar en la planificación y la restauración de su Infraestructura Verde y por la promoción de la biodiversidad, y que se concreta en la redacción del Plan Verde de la ciudad, la protección de la huerta o el establecimiento de nuevos criterios de diseño y gestión de los espacios verdes para favorecer procesos ecológicos, la biodiversidad y la conectividad, destacando la Rambleta, la restauración de hábitats en las dunas del Saler, la creación de reservas naturales y filtros verdes en el humedal de la Albufera o el proyecto GrowGreen.
Lazamiento de la capitalidad verde europea 2024
Como apuntamos al principio, el jueves 11 de enero, comienza el periodo de Valencia como Capital Verde europea. Lo hace con un programa cargado de actividades que dará inicio a un año de reflexiones sobre cómo avanzar a una ciudad más verde.
Paisaje Transversal participamos junto a Daniela Rizzi (ICLEI), Julio Lumbreras (UPM), Claire Roumet (Energy Cities), Francesc Arechavala (IDOM), Juan Caballero (Eurocities), José María García Álvarez-Coque (UPV), Bea Jacoste (KM ZERO Food Innovation Hub), Bernabé Aldeguer Cerdá (Universitat de València) y Gianluca Ferraro (Centre for Blue Governance university of Porstmouth National) en la ceremonia de apertura, dentro de un panel por personas expertas y por representantes de las principales alianzas de ciudades, en el que se busca ofrecer un análisis diagnóstico sobre los cinco ejes temáticos de sostenibilidad urbana que inspiran el programa de VLC EGC 2024: misión climática; espacio público y movilidad; huerta y alimentación; alianzas, participación y gobernanza, y naturaleza y biodiversidad, que será el eje en que aportaremos algunas ideas ya recogidas en este artículo.
Las conclusiones que ahí se realicen serán recogidas y debatidas para generar una propuesta de Manifiesto que se presentará junto con las conclusiones generales al final de la conferencia.
El programa completo puede verse aquí.