Desde hace ya algún tiempo, Paisaje Transversal hemos publicado en este blog diversos artículos relacionados con el cambio climático, así como de propuestas para su mitigación y para la adaptación de los entornos en los que vivimos.
Pensamos que es importante dar voz a distintas personas expertas, y que nos animen a abordar aspectos tan significativos como atender a cómo pueden actuar las ciudades frente al cambio climático, plantear formas alternativas para la adaptación de los territorios a sus efectos, transformar las políticas alimentarias a nivel local, favorecer la naturalización, avanzar en la transición energética y la biodiversidad urbana, o plantear una movilidad sostenible, entre otras muchas.
La importancia de los refugios climáticos en nuestras ciudades y territorios
A través de estos artículos, hemos expuesto cómo los planes de adaptación y las estrategias de mitigación tienden a ser estratégicos, de carácter integral, ya que son medidas que deben transformar nuestros entornos a medio y largo plazo. La reincorporación de la naturaleza en ciudades y pueblos, por poner un caso, necesita de tiempo para dar lugar a un cambio efectivo para mostrar sus mejoras. Es un trabajo arduo que no atiende de igual manera, sin embargo, las urgencias del corto plazo.
El aumento de temperaturas experimentado en los últimos años, así como las olas de calor y sus efectos sobre la población requiere otras soluciones preventivas. En ese sentido, se trata de favorecer actuaciones que, con pequeños esfuerzos, alivien los efectos y tensiones provocados por el cambio climático, particularmente para aquella población la más vulnerable como la infancia y personas de la tercera edad.
Una de las que mejor acogida ha recibido en los últimos años ha sido el establecimiento de los llamados refugios climáticos, espacios en la ciudad que sirven sirven para proteger a los más vulnerables y que son clave, no solo para prepararse para el clima futuro, sino también para generar áreas más acogedoras en la ciudad.
Desarrollados y definidos en distintos lugares de nuestro territorio, los refugios climáticos son espacios que ayudan a reducir el estrés térmico producto del excesivo y sostenido calor urbano, mediante una solución generalmente rápida de ejecutar y que alivia los efectos en un muy corto plazo.
Pero, ¿qué es y qué no es un refugio climático?
La definición de Refugio Climático que tomamos aquí tiene varias fuentes. La primera referencia procede de un proyecto UIA (o Urban Innovative Action) llamado Climate Shelter, que planteó la transformación nueve patios de escuelas en la ciudad de Barcelona con intervenciones cuyo el objetivo era reducir el impacto del calor y de la radiación solar durante el verano. De forma similar, el proyecto OASIS del Ayuntamiento de París, también adaptó diversos patios escolares de aquella ciudad para producir espacios de mayor confort térmico.
Sin embargo, con esto presente, algunos de los riesgos que presentan, justo por tratarse de soluciones más cercanas a la emergencia, son bien imaginarlos como soluciones costosas, bien ejecutarlos de forma aislada y desconectada y no como parte de esas mismas estrategias a medio y largo plazo mencionadas para la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático.
Eso, inevitablemente, nos lleva a la necesidad de incorporar en nuestro pensamiento la noción de red, que evite pensarlos únicamente como acciones puntuales. En ese sentido, una red de refugios, además, supone diversas ventajas: se puede definir desde una visión estratégica que permita la coordinación de los esfuerzos entre áreas y departamentos, al tiempo que favorecen el acceso de estos espacios a la mayor cantidad población posible al ser pensados, también, desde una escala de barrio, de proximidad.
Consciente de esta posibilidad, el Ayuntamiento de Barcelona reutilizó, amplió y adaptó posteriormente la metodología del proyecto Climate Shelter para crear su red de refugios climáticos, con la que se establece una nueva conectividad urbana que permite, al mismo tiempo, considerarlos como parte de una estrategia mayor.
Esta propuesta estableció, a su vez, dos tipos de refugios exponiendo sus requisitos mínimos para ser considerados como tales: los interiores, lugares climatizados, con una temperatura de 27°C durante el verano y 19°C durante el invierno y que son generalmente de acceso público, tales como equipamientos, y los exteriores, que se establecen a partir de su superficie y su índice de vegetación: necesitan disponer de una elevada presencia de verde urbano, una superficie de más de 0.5 ha, y un índice de vegetación de diferencia normalizada (NVDI, por sus siglas en inglés) mayor de 0.4. Ambos tipos deben asegurar, además, el acceso libre a agua potable y a espacios de estancia y descanso.
Ampliar el marco conceptual
Como ha apuntado Lorena Escuer en este mismo blog, “conservar la biodiversidad y mantener el equilibrio de los procesos naturales en (…) nuestras ciudades (…) es imprescindible para mantener la riqueza del planeta”. Es decir, favorecer una mirada ecosistémica en nuestros proyectos —esto es, fomentar un pensamiento que establezca la inclusión de plantas, animales, insectos, humanos, etc. como agentes esenciales de los mismos— permite ampliar la biodiversidad de los lugares que habitamos, y crear, además, entornos más saludables y sostenibles.
Siguiendo este mismo marco de acción, cuando desarrollamos junto a LANDLAB, laboratorio de paisajes la noción de Urbanismo Regenerativo, establecimos que ya no es posible pensar el urbanismo de modo aislado o fragmentado, sino que hay que conectar todas las escalas del territorio, desde la biorregión a la calle, afrontando de forma integral los retos y crisis actuales. Se trataba, pues, de establecer una nueva visión, la ecosistémica, e imaginar hábitats que, partiendo de las condiciones existentes, pudieran ser más complejos y más ricos, al tiempo que propician la coexistencia entre especies e imaginen las ciudades y territorios como lugares para la vida en toda su dimensión.
Con esto presente y volviendo a nuestro tema, e insistiendo también en esta apuesta de establecer una visión lo más integral posible en cualquier tipo de acción o planteamiento para actuar de forma eficiente ante los retos del cambio climático, podemos pensar los refugios climáticos como espacios más allá del uso humano, como hábitat que permitan el desarrollo de otro tipo de entes no humanos; escenarios que favorezcan también la biodiversidad y la conectividad ecológica en la trama urbana, generando nuevas condiciones que potencien servicios ecosistémicos y la consideración integral de las zonas urbanas como parte del territorio. En resumen: pasar de los refugios climáticos a los refugios bioclimáticos.
Consideraciones para una metodología de trabajo para crear una red de refugios bioclimáticos
En este otro artículo, explicamos en detalle cómo establecer una metodología de trabajo para la concreción y definición de estos espacios, aportando detalles a partir de la experiencia que hemos adquirido recientemente en la creación de una red de refugios bioclimáticos para el municipio de Malgrat de Mar.
Sin embargo, de cara a apuntar aquí algunas ideas para la definición de una red, antes de establecer una red de refugios bioclimáticos habrá que considerar los siguientes aspectos:
- Definir las características mínimas y deseables de los refugios bioclimáticos según el análisis de las vulnerabilidades existentes en el municipio: se trata de establecer aquellos criterios que hacen que un espacio pueda funcionar como refugio. Una forma es tomar como referencia las características mínimas mencionadas más arriba en este artículo.
- Identificar los espacios que pueden llegar a ser refugios bioclimáticos potenciales: ¿existen lugares que cumplan las condiciones?, ¿se pueden definir otros a partir de pequeñas modificaciones o adaptaciones?
- Caracterizar y estudiar la accesibilidad a los refugios bioclimáticos para garantizar la equidad entre barrios: se trata de actuar de forma decida ante desigualdades, permitiendo una transición justa de nuestros territorios desde una visión que considere a la población en su conjunto y no deje a nadie atrás.
- Desarrollar un modelo de planificación estratégica a nivel medioambiental para orientar las intervenciones urbanas hacia la mejora y reforzamiento de la red de refugios bioclimáticos: los refugios nunca deben ser elementos aislados o desconectados todo debe formar
- Siguiendo el punto anterior, definir criterios de diseño para mejorar la calidad y conectividad de la red de espacios bioclimáticos que permitan luchar contra el efecto isla de calor, mejorando la conectividad ecológica del municipio y dotando de valor ecosistémico a la trama urbana.