Como cada septiembre, desde 2002, Europa tiene una cita obligada con la movilidad urbana sostenible: la Semana Europea de la Movilidad (Mobility Week). Se trata de un acontecimiento que se celebra en cientos de ciudades europeas entre el 16 y 22 de este mes–siempre en las mismas fechas– y que cuenta con el apoyo político de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea. Durante esta semana los municipios que se adhieren a la iniciativa organizan actividades dirigidas a la concienciación en torno a los múltiples aspectos de la movilidad urbana sostenible. Entre ellas, destaca el Día Mundial Sin Automóvil (Car Free Day) que se celebra el 22 de septiembre de cada año. Para que os hagáis una idea más concreta sobre en qué consiste el evento, os animamos a que echéis un vistazo las actividades que Paisaje Transversal organizamos junto a Juanma Murua en Getxo en 2014.
Cada edición de la Semana Europea de la Movilidad (SEM) cuenta con un tema vinculado a la movilidad sostenible, conocido como “tema horizontal”. Por ejemplo su segunda edición, en 2003, estuvo enfocada a la accesibilidad universal, mientras que una década más tarde el argumento central fue la calidad del aire. La convocatoria de este año, por su parte, lleva por título “Combina y muévete” y tiene como objetivo reflexionar sobre la intermodalidad en el transporte.
Ojo, que en si bien en la versión inglesa se habla de multimodality, su traducción al castellano no corresponde a la multimodalidad. Esta advertencia nos la hace Samir Awad Núñez, socio de Hécate Ingeniería, compañero de Churruca 15 y el experto en movilidad y transporte al que acudimos para que nos describa las claves de una buena intermodalidad: “aunque las definiciones aportadas por el Ministerio de Fomento, que son las de referencia en España, no son muy claras, la acepción anglosajona de multimodality no suele traducirse como multimodalidad, que es un término muy vinculado al transporte de mercancías, sino que se habla de intermodalidad, que es un términos que se vincula tanto a viajeros como a mercancías, resultando más adecuado para el tema que me planteas”.
Asegurar una buena intermodalidad es uno factores esenciales para promover la movilidad urbana sostenible. Ésta consiste en la utilización de distintos y sucesivos modos de transporte. De esta manera, los desplazamientos intermodales permiten a los viajeros aprovechar lo mejor de cada medio; ya sea por necesidad (no hay línea directa de origen a destino) o por eficiencia (tarda menos, le deja más cerca de casa, puede ir sentado, etc.). En consecuencia la intermodalidad tiene que estar dirigida a facilitar al máximo posible los inevitables trasbordos entre modos, haciendo que el transporte público pueda competitivo con el coche en aquellos recorridos que requieren utilizar distintos medios.
Pero esta no es el único elemento que integra la intermodalidad. Samir nos presenta los cinco elementos más importantes a tener en cuenta para conseguir un sistema de transporte centrado en la intermodalidad:
- Integración física: los espacios de intercambio tienen que facilitar la transferencia entre los diferentes modos de transporte, con recorridos cortos, claros, legibles y que incorporen guiados diseñados con criterios de accesibilidad universal. Siempre que sea posible, es preferible que los espacios de intercambio permitan que las esperas, aunque sean mínimas, se hagan con protección de los usuarios respecto a la intemperie y las condiciones climáticas. Es decir, que se realicen en estaciones o intercambiadores. Por supuesto, una vez se “sale” del espacio público, hay que cuidar los accesos a la estación o intercambiador, la señalética de los recorridos, etc. En definitiva hay que hacer que los trayectos entre los modos de transporte se realicen de la manera más rápida y cómoda posible.
- Integración de la planificación y la operación: la planificación del transporte debe recaer sobre entidades metropolitanas. Éstas, deben realizar una planificación de forma única e integral, estudiar la demanda de viajeros para establecer la oferta de transporte, coordinar a los operadores para una correcta prestación de los servicios (rutas, horarios, periodos de coincidencia para minimizar las esperas en los trasbordos, etc) y establecer la tarifa (aunque ésta no siempre sigue criterios de política de transportes sino un óptimo social). El objetivo es el de alcanzar una armonización entre la planificación más elevada y la operación. Por eso, los mejores ejemplos de la planificación del transporte los encontramos en Alemania, donde por lo general el ente planificador y operador es el mismo o existe una gran relación entre ellos.
- Integración de imagen y de información: la imagen del sistema de transporte de una región debe diseñarse de manera que todo él se interprete como una unidad, integrado bajo una misma marca. Por ejemplo que los autobuses tengan un mismo color, los metros un mismo modelo o que los mapas sean únicos e incluyan todos los modos de transporte. Cuando el tratamiento de la información y la imagen es homogénea, el mayor beneficiado es el usuario. Se trata, por tanto, de generar un relato coherente y único, y por supuesto accesible. Un gran ejemplo de esto último es el uso de ColorADD en el transporte público de Oporto.
- Integración tarifaria: una buena intermodalidad exige la existencia de unas tarifas claras y los soportes sean los mismos para todos los medios de transporte, de modo que no se penalice el trasbordo. El mejor ejemplo de integración tarifaria lo encontramos en Londres gracias al empleo de la tarjeta Oyster, los lectores NFC y la posibilidad de pagar directamente con tarjetas de crédito contactless. Este último sistema, completamente novedoso, posibilita un sistema de postpago que prioriza las tarifas que más se adaptan a las pautas de movilidad de cada persona, aplicando al final del periodo de uso, la tarifa más ventajosa para el usuario.
- Integración modal: por último, pero no por ello más importante, es imprescindible planificar la red teniendo en cuenta qué modo de transporte es más eficiente para cada eslabón de la cadena de viajes. Por ejemplo, en las zonas más densas interesa contar con medios de alta capacidad, mientras que en los tejidos menos densos hay que optar por modos más flexibles y con mayor capilaridad. El reto está en que esto exige sí o sí que haya trasbordos en los espacios intermedios en los cuales hay que aplicar los puntos descritos en los puntos anteriores.
Como veis se tratan de pautas lógicas y sencillas de aplicar, pero que son imprescindibles para que posibilitar otro reparto modal donde el automóvil poco a poco vaya perdiendo terreno en detrimento de otros medios de transporte menos contaminantes. Pero también es importante que todas estas acciones se realicen de manera coordinada, diseñando una planificación transversal de las mismas. Una cuestión sobre la que ya hemos incidido en multitud de ocasiones y que no nos cansaremos de repetir: solo lograremos solucionar los problemas de nuestras ciudades somos capaces de definir estrategias urbanas integrales y, por supuesto, participativas.
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Esquema de la intermodalidad y la sharing mobility (fuente: APTA)
Imagen 2: Cartel de la Semana Europea de la Movilidad 2018 (fuente: http://www.mobilityweek.eu/)
Imagen 3: Intermodalidad y transporte eficiente (fuente: AMTM)