por José María Romero, Francisco Javier Abarca y Yolanda Romero
¿Cómo hacerse una idea intuitiva del gasto energético de la complejidad urbana, según Salvador Rueda (2013), para poder tomar decisiones iniciales más ajustadas y justificarlas con números?
Ésta fue una de las cuestiones principales que se respondió en la investigación desarrollada en el Proyecto I+D de la Universidad de Málaga (G-GI3002/IDIU) (2015) sobre sostenibilidad de la vivienda pública en Andalucía. La fórmula de Rueda aplica el sentido común (ver imagen 1). Es posible que en condiciones normales no hubiese que explicar más. Sin embargo, los números son importantes y, como argumenta Vaclav Smil en Los números no mienten (2021), es necesario y pedagógico hacer números, y a la vez aplicar el sentido común a esos números.

Una primera deducción, quizá, es que más que complejidad sería apropiado hablar de diversidad, y más concretamente de biodiversidad urbana en un sentido amplio (es decir, diversidad social y biológica). El caos es complejo, pero no alberga necesariamente diversidad.
En el proyecto de investigación citado se midió la construcción de los diferentes tipos de vivienda pública existentes en Andalucía, para comprobar su sostenibilidad efectiva y poder desarrollar políticas públicas de vivienda próximas a una sostenibilidad fuerte.
Para ello, se eligieron tres indicadores: el primero, ambiental (las emisiones de CO2); el segundo, social (comparar la mano de obra local más artesanal frente a la externa más tecnológica), y el tercero, económico (el presupuesto convencional en €). Mediciones y presupuestos ejecutados de obras de vivienda tipo se volcaron al programa TQC 2000 con la base de precios BEDEC del ITeC, que no contempla la transformación del material ni el transporte, y de aquí se obtuvieron los tres indicadores citados por tipo.
Los resultados de la investigación fueron más allá de lo que se buscaba para la vivienda pública y parte de esas conclusiones son las que se aportan en el presente texto. Entre otras cuestiones se encuentra la de los números gordos. Estos orientan para entender la relación entre gasto energético y (bio)diversidad urbana según los distintos tipos de vivienda y su lejanía del entorno urbano más denso y que inducen a pensar que son aplicables a las demás arquitecturas y sus entornos urbanos correspondientes.
Se eligieron las siguientes tipologías de vivienda, de tipo medio en superficie y construcción en su tipología en Málaga, para que abarcasen el espectro más amplio posible: vivienda unifamiliar en urbanización nueva, vivienda adosada en urbanización nueva; vivienda plurifamiliar en urbanización nueva, vivienda plurifamiliar nueva en centro urbano consolidado, vivienda plurifamiliar de barriada años 70 rehabilitada y vivienda plurifamiliar del siglo XIX rehabilitada [1] (ver imagen 2).

Al comparar los resultados de las emisiones de CO2, es decir, el gasto energético de la construcción de los citados tipos de viviendas medidos, las proporciones obtenidas son, por el orden citado, 15, 7, 5, 4, 2 y 1, y están en proporción geométrica aproximada respecto de su lejanía del centro urbano histórico, como se deduce de la idea de Rueda citada al principio (ver imagen 3).

Resultados
1ª) Existen similitudes en los resultados de los tres parámetros elegidos por metro cuadrado construido: emisiones CO2 (ambiental), horas de mano obra local/externa (social), y € (económico). Cuantas más externalidades se le suman al parámetro económico, más próximo se encuentra del parámetro ambiental.
2ª) La urbanización inmediata a la obra es el capítulo de obra más insostenible con mucha diferencia (ocupación del suelo), incluso sin cuantificar las externalidades que le corresponden (red de accesos y servicios, zonas libres, nuevos equipamientos, etc.).
3ª) La mayor distancia respecto del centro de la ciudad es lo más insostenible que envidencian los tres parámetros, pues implica menor diversidad y menor riqueza urbana y social (activos cautivos urbanos y Romero et.al., 2021).
4ª) Las tipologías y los sistemas constructivos están relacionados con la insostenibilidad (o sostenibilidad) de los “estilos” (o formas) de vida que obligan (o facilitan) las tipologías de las viviendas (vida social, diversidad urbana, etc). Las viviendas más insostenibles están construidas por constructoras de ámbito nacional; las más sostenibles por constructores pequeños.
5ª) Mantener y rehabilitar las obras antiguas y las existentes es mucho más sostenible: todo lo construido es útil. Los sistemas constructivos locales mejoran los resultados, y su mano de obra es local.
6ª Se cumple la Regla del Notario de José Manuel Naredo: a mayor insostenibilidad de la obra, mayor honorarios profesionales (de arquitectos, ingenieros, notarios, constructores, promotores, banqueros…), impuestos, tasas…
7ª La sofisticación técnica y tecnológica, incluso la bioclimática certificada, es casi irrelevante, especialmente en obra nueva en urbanización nueva. Forma parte de un mercado ajeno a la sostenibilidad real, pues sobre todo busca poner en valor económico el metro cuadrado construido (fake green). La localización, la calidad del suelo firme, la orientación y el factor de forma son mucho más determinantes que las soluciones sofisticadas.
8ª Resultado final: lo más sostenible es aplicar el Sentido Común en general.
Conclusiones
Quizá una de las principales conclusiones, y mayor sorpresa, es darse cuenta de que los arquitectos no hacemos muchos números. Y que no aplicamos el sentido común.
Una segunda sorpresa, que dice más de quienes hicieron la investigación que de otra cosa, es haber puesto números a la insostenibilidad de la construcción de la vivienda lejos del centro urbano, que implica además “estilos” de vida insostenibles (los activos cautivos que pueden perdurar durante decenas de años).
Una tercera conclusión es que el indicador económico se incrementaría en proporción similar a la mostrada en la figura 3 del indicador medioambiental si se le incluyese al presupuesto de construcción de vivienda nueva todas las externalidades correspondientes: la sobrecarga de los nuevos accesos rodados que se requieren, el conjunto de nuevos servicios urbanos (abastecimiento de agua, alcantarillado, basuras, electricidad, transporte público…), los nuevos equipamientos públicos, etc. Éstas son partidas muy importantes que los promotores inmobiliarios cargan sobre la Administración (y los administrados). Una vivienda unifamiliar media consume, y por ello costaría al menos, 15 veces más energía que una vivienda antigua en el centro de la ciudad (aunque quien vive en la vivienda unifamiliar no lo paga).
Una cuarta conclusión, que tiene consecuencias éticas, es que el sector de la construcción y de la arquitectura, incluidos especialmente los arquitectos de elite, está enfocado para premiar con creces el crecimiento y la insostenibilidad, como explica la Regla del Notario. Se deduce, además, que el “diseño estilístico”, por sí mismo, es insostenible por sobrecoste innecesario. Y hay todo un mercado específico que alimenta los caprichos y egos de los técnicos, sobre todo de los arquitectos.
Después de haber realizado múltiples mediciones sobre el gasto energético –y obtenido incontables números-, los resultados conseguidos podrían haberse deducido aplicando simplemente el sentido común, pues el conjunto de las conclusiones es de sentido común.
José María Romero es Doctor Arquitecto, profesor de Proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Granada, y Vicepresidente del Patronato de la Fundación Rizoma de Málaga.
Francisco Javier Abarca es Doctor Arquitecto, profesor del Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, y de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Granada
Yolanda Romero es Doctora en Turismo, profesora del Departamento de Organización de Empresas en la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid, y Secretaria del Patronato de la Fundación Rizoma de Málaga.
Agradecemos a Eduardo Serrano, Dr Arquitecto, las puntualizaciones realizadas. Investigación asociada al Proyecto I+D de la Universidad de Málaga titulado «Saturación turística en destinos costeros españoles. Estrategias de decrecimiento turístico. Una aproximación desde la dimensión social” (RTI2018-094844-BC33), del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (Plan Nacional de I+D+i). Y al Proyecto I+D+i 2012-2014 “La vivienda en Andalucía. Diagnóstico, análisis y propuestas de políticas públicas para la desmercantilización de la vivienda», Universidad de Málaga (G-GI3002/IDIU). ERDF of European Union. Programa Operativo FEDER de Andalucía 2007-2013. Public Works Agency and Regional Ministry of Public Works and Housing of the Regional Government of Andalusia
Bibliografía
ROMERO-MARTÍNEZ, José María; ABARCA-ÁLVÁREZ; Francisco Javier; ROMERO-PADILLA, Yolanda (2021). El litoral turístico y el nuevo suburbio como activos cautivos contra la futura era urbana. Ponencia presentada en el 1er. Seminario Internacional de Investigación Gráfica Aplicada a la Arquitectura e Ingeniería del Departamento EGA-I. Universidad de Granada
RUEDA; Salvador (2013). El urbanismo ecológico. Urban-e. Territorio, Paisaje, Sostenibilidad y Diseño Urbano. http://urban-e.aq.upm.es/articulos/ver/el-urbanismo-ecol-gico/completo
SMIL, Vaclav (2021). Los números no mienten. 71 historias para entender el mundo. Penguin Random House Grupo Editorial S.A.U. Móstoles (Madrid)
[1] La rehabilitación de vivienda plurifamiliar de barriada años 70 (previa a normativa CT-79), supone su adaptación a las condicones térmicas y de accesibilidad (ascensor), incluyendo una parte de rehabilitación de la urbanización existente. La rehabilitación de vivienda plurifamiliar del siglo XIX supone incluir condiciones de accesibilidad (ascensor), sin urbanización. Los demás tipos incluyen la urbanización próxima correspondiente.