
La DANA que azotó recientemente a la Comunitat Valenciana ha dejado una profunda huella en numerosos municipios, poniendo en evidencia las vulnerabilidades de nuestros entornos urbanos ante fenómenos climáticos extremos. En ese sentido, supone un punto de inflexión para repensar el urbanismo desde la adaptación climática y la justicia territorial, en donde la reconstrucción no trate solo de reconstruir, sino de hacer un territorio mejor y con visión a largo plazo. Este proceso no es solo una medida reactiva, sino una oportunidad estratégica para avanzar hacia ciudades más resilientes y cohesionadas.
Como parte de esta necesidad, el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana (MIVAU) activó la elaboración de Agendas de Reconstrucción para servir de base estratégica a una convocatoria EDIL-PAI (fondos europeos FEDER) específica para municipios afectados por la DANA.
El objetivo es que estas agendas se consoliden como herramientas clave diseñadas para apoyar a los municipios afectados y estructurar la necesaria recuperación desde criterios como la resiliencia, la participación ciudadana y la innovación urbana.
Compromiso social y ambiental con una reconstrucción transformadora
Las Agendas Urbanas son documentos de carácter estratégico que permiten priorizar intervenciones, canalizar recursos y, sobre todo, alinear la planificación local con los objetivos climáticos y sociales actuales. Su enfoque en la reconstrucción, permite que, además, sean capaces de poner los medios para que no vuelva a ocurrir o, al menos, minimizar sus efectos.
Es cierto que no son los únicos instrumentos de este tipo, y que desde la Diputació de Valencia se apoyó en su momento el desarrollo de un documento equivalente a las Agendas Urbanas, los Planes Urbanos de Actuación Municipal (PUAM), del que ya explicamos detalles aquí.
Sin embargo, cabe recordar que, aunque estén promovidos y financiados por el MIVAU o la Diputació desde hace varios años, y a pesar de ser obligatorios para la mencionada convocatoria de las EDIL/PAI, este tipo de instrumentos no tienen carácter obligatorio, por lo que su desarrollo ha dependido de cierta voluntad política por entender el valor de una visión estratégica ante los retos presentes y futuros. Ello conlleva que haya municipios que no dispongan aún de su Agenda Urbana Local u otro documento estratégico, mientras que otros están comenzando ya a implementarlo.
Dicho de otra manera, las Agendas de Reconstrucción arrancan desde escenarios diversos, en función del grado de conocimiento o aplicación por parte de los municipios.
Jornada sobre las Agendas de Reconstrucción
Como parte de su divulgación y comunicación, se celebró en València, recientemente, la jornada Agendas de Reconstrucción. Impulsada por el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana junto con el Colegio de Arquitectos de la Comunidad Valenciana (COACV), ofreció un espacio de diálogo para aclarar dudas y organizar ideas de cara a la futura convocatoria.
Así, el encuentro, desarrollado en la sede del COACV, reunió a representantes institucionales, técnicos municipales, profesionales del urbanismo y expertos en adaptación climática, con representantes del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Política Territorial, la Oficina Española de Cambio Climático, la Confederación Hidrográfica del Júcar, universidades y entidades como el Instituto Valenciano de la Edificación, configurando un espacio plural para reflexionar sobre el papel estratégico de las Agendas Urbanas tras catástrofes como la DANA que impactó la región en octubre de 2024.
La jornada dio voz también a los protagonistas del territorio: los municipios afectados. Alcaldes de Alzira, Almussafes, Catarroja, junto con arquitectos municipales de Paiporta, Massanassa y la Mancomunidad Interior del Vino, y la Agrupación de Arquitectos Urbanistas del COACV compartieron los retos a los que se enfrentan para cumplir plazos, asegurar la calidad de los proyectos y contar con los equipos técnicos suficientes.
La alianza supramunicipal como pilar de la adaptación
El nuevo marco normativo y la disponibilidad de fondos europeos ofrecen un escenario excepcional para impulsar una reconstrucción transformadora. Los recientes cambios en la Ley del Suelo, la aprobación de reglamentos específicos y la creación de espacios de gobernanza sectorial permiten, además, avanzar con mayor agilidad y coherencia en la implementación de estas políticas.


Sin embargo, para que esta oportunidad se traduzca en resultados reales, es fundamental que las Agendas de Reconstrucción se conviertan en auténticas herramientas de planificación comprometida e innovadora y no se limiten a ser simples marcos técnicos. Es necesario apostar por un planeamiento que integre soluciones basadas en la naturaleza, protocolos de concienciación y prevención, y mecanismos de seguimiento comunitario. En este sentido, uno de los mensajes más reiterados durante la jornada fue la importancia de superar las fronteras municipales y avanzar hacia una visión metropolitana y supramunicipal, ya que solo así se pueden lograr impactos significativos en la adaptación y mitigación del riesgo.
Por ello, es imprescindible disponer de espacios de diálogo multinivel que fomenten la participación activa de todas las entidades implicadas —locales, autonómicas, estatales e intermedias— y configurar un entorno estable de coordinación territorial que permita integrar a administraciones, entidades privadas y agentes locales en la elaboración de un enfoque sostenible y efectivo.
Todos los y las participantes coincidieron en que la reconstrucción no puede abordarse desde compartimentos estancos, sino que requiere una mirada transversal capaz de articular planificación territorial, mitigación del riesgo, rehabilitación edificatoria y fortalecimiento institucional. En especial, se destacó la necesidad de establecer protocolos específicos de atención inmediata y crear mecanismos financieros estables que permitan actuar con rapidez y coherencia ante futuras emergencias.
Hasta ahora, la respuesta tras los primeros meses de emergencia se ha centrado, de forma necesaria, en la reconstrucción de infraestructuras básicas como el alcantarillado, imprescindibles para recuperar la normalidad en los municipios afectados. Sin embargo, estas actuaciones se han realizado sin priorizar medidas de adaptación que preparen el territorio para futuros episodios extremos. Este enfoque, aunque comprensible por la urgencia, no ofrece planificación multinivel y no garantiza la resiliencia necesaria ni facilita una coordinación eficaz entre los diferentes actores implicados.

Crear espacios de coordinación territorial y desarrollar respuestas estructuradas resulta clave para avanzar hacia estrategias de adaptación real frente a las DANAs u otros fenómenos climáticos extremos, especialmente en un territorio que comparte vulnerabilidades con otras zonas expuestas como el litoral valenciano.
Innovar en la reconstrucción
Paisaje Transversal acogemos este proceso con firme compromiso, conscientes del grave impacto físico, ambiental y social sufrido en los territorios. Nuestro objetivo es contribuir activamente a una reconstrucción con mirada de futuro, acompañando a los municipios en la actualización de sus Agendas Urbanas desde enfoques de adaptación climática, resiliencia territorial y justicia social.
En el pasado, hemos trabajado estas ideas junto a municipios como Picassent, Xirivella, Cheste o Quart de Poblet, redactando sus Agendas Urbanas. Hoy, estos documentos requieren ser actualizados para responder a las heridas recientes, priorizando aquellas intervenciones que mitigan los efectos de futuros episodios extremos y refuerzan las capacidades de resistencia y cohesión comunitaria. Esta actualización supone un paso necesario hacia la transformación: integrar de manera decidida enfoques de prevención, adaptación, inclusión y conciencia social, tanto desde lo local como desde lo supramunicipal.
En esta nueva fase, nos hemos incorporado al proceso de reconstrucción en Catarroja, uno de los municipios más duramente golpeados por la DANA, acompañando al municipio como equipo técnico en el aterrizaje a sus barrios de la planificación para una recuperación resiliente. Esto implica reforzar el tejido social, activar estrategias de renaturalización, promover la resiliencia económica y alinear la planificación urbanística con una nueva realidad: la que impone el cambio climático y la urgencia de actuar desde lo colectivo. En definitiva, trabajar de forma colaborativa con los municipios para construir un modelo urbano capaz de resistir, adaptarse y transformarse ante los riesgos del siglo XXI.
