por Javier del Amo
Hace unos días, el arquitecto Vicente Patón escribía en el diario El País el artículo Lacras Urbanas. En él hablaba de todos esos elementos que van alterando las fachadas de los edificios -su aspecto- y por tanto el carácter de la ciudad. Hablaba de la falta de interés de de las administraciones en hacer cumplir la normativa, pero también del egoísmo de los usuarios que priman el confort individual al interés colectivo. Y no se trata de un tema superficial o cosmético, sino de mentalidad. La negociación urbana consiste en integrar a todos los agentes que intervienen en la ciudad, no confrontarlos. Administración, técnicos y usuarios forman parte de lo mismo y llegar a un acuerdo mutuo para avanzar es nuestra responsabilidad como ciudadanos. El Madrid deseado llegará cuando todos tengamos conciencia de que el otro existe y su conocimiento es complementario al nuestro. Siendo conscientes de que esta ciudad es un ser dinámico y permaneciendo firmes en nuestras convicciones, debemos tener la flexibilidad suficiente para integrar ese dinamismo en nuestra labor ciudadana.
foto: El País
a