LAGARTO

por Paisaje Transversal

EQUIPO:
Alberto Gonzalez Perera
Francisco García Moro

CONSIDERACIONES PREVIAS

Un territorio complejo, dominado por las infraestructuras y la sin razón de lo que tradicionalmente se ha dado en llamar urbanismo.

Un paisaje de uso, pero no de disfrute; donde lo importante es llegar al destino final, no disfrutar del viaje.

El comercio, tanto de productos como de viviendas es el germen de una maraña de redes que presumen de conectar puntos cuya única relación es la compra-venta.

Las premisas parecen claras y a la vez contradictorias, no estamos hablando de Las Vegas o de Disneylandia; hablamos del desarrollo norte de la ciudad de Madrid. Se dibuja un entorno hostil con la escala humana que accidentalmente ha pegado (no unido) elementos de muy diversa naturaleza y generaciones. La autopista A-1, como hilo conector o como tijera recortadora de paisaje, se ha cargado sobre sí la tarea de poner en el mismo saco los siguientes personajes:


– El final del entramado urbano denso de Madrid Centro hacia el norte.

– La, antiguamente, urbanización aislada de “Alto Standing/Lujo/Status Social” de La Moraleja.

– El antiguo pueblo madrileño de Alcobendas, actual municipio de 110.000 habitantes.

– El municipio generado hacia el año 1500, San Sebastián de los Reyes con 75.000 habitantes.

– Los Polígonos Industriales servidores a la metrópoli madrileña y alrededores situados al borde de la autopista desde alcobendas hasta San Sebastián.
– Los recientes todopoderosos ´malls´/centros comerciales/grandes superficies aglutinadores de vehículos y generadores de interminables atascos de tráfico .

– La salida “vía rápida” de Madrid hacia el norte de la península.


Pues bien, este es el idílico ámbito de actuación con el que nos encontramos en el taller. Los cometidos: intervenir en el citado ámbito, tanto a nivel parcial como global, proponiendo una mejora en cualquier aspecto del mismo.

PLANTEAMIENTO
Abordar el análisis de semejante entorno unido al corto plazo de tiempo del que se dispone (taller = una semana) exige, desde nuestro punto de vista, una adecuación conceptual del aspecto general que nos transmite ese paisaje con el método analítico escogido. Por este motivo, desde un primer momento manejamos un concepto que lejos de quedarse en lo puramente metafórico, se llevó hasta las últimas consecuencias: el lagarto.


Desde su inmediata traslación a la figura de la A-1 como elemento devorador del territorio a modo de organismo vivo de características reptiles, la imagen del lagarto nos transmitía un grado de contradicción similar al que emitía el propio ámbito de trabajo. La lectura se podía hacer tanto desde el lado negativo de la capacidad destructora del animal como desde su cualidad positiva de pasar por el territorio apoyándose en el mismo sin ejercer una violencia tal que modifique su estructura; simplemente a modo de visitante efímero.

La figuración se tornaba historiadora cuando fuimos capaces de identificar la existencia del lagarto desde épocas pasadas, en las cuales la ciudad de Madrid se iba extendiendo poco a poco hacia sus territorios colindantes y muy concretamente hacia el norte, donde estableció un eje fundamental de su funcionamiento actual: el Paseo de la Castellana, el cual posteriormente culminaría con otro icono figurativo como son las Torres Kio. Desde ahí, la trayectoria de nuestro reptil ha ido colonizando áreas adscritas a la medular que conforma la N-1 y, posteriormente, la A-1 con una diversidad no sólo paisajística sino de carácter social propia del mas variado ecosistema. Disparidades sociales que van desde la supuesta privilegiada posición social que nos evoca la urbanización de La Moraleja hasta la reconversión de pueblos como Alcobendas o San Sebastián de los Reyes actuales ciudades dormitorio a su vez en proceso de re-transformación hacia barrios de Madrid. Todo ello pasando por la introducción del consumo más agresivo, sin disfraces ni vergüenzas que representan los recientes enclaves comerciales y junto a ellos (y sin distinción respecto a lo anterior) los desarrollos urbanísticos de Sanchinarro y Las Tablas intentando entrar en lo que todavía aquí llamamos ciudad.




El ejercicio no pretende llegar a dar una imagen final o resultado físico mas allá de la reflexión profunda acerca de lo que está dominando el territorio que tenemos más próximo con el cual difícilmente pueda hacerse algún tipo de intervención con carácter reconversor/moralizante (al menos en esencia); por tanto, la penitencia que podríamos evocar desde nuestra humildad sería la de potenciar aún más la perversión que entraña todo el ámbito y acabar apoyándonos en lo que ya está hecho para aportar nuevos usos de las presentes infraestructuras y una mayor mezcolanza de las presentes categorías sociales que habitan este marco de actuación.




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