ALFA (I)

por Iñaki Romero Fernández de Larrea Cada ciudad puede ser otra. Cierto. Os aseguro que Lima es Madrid. Pero cuál es la ciudad que deseamos. Yo no lo sé. Pero el otro día me desperté de una pesadilla y escribí lo siguiente: «El planeta exige a gritos una solución inevitable. Es indispensable, obligatoria, forzosa, imprescindible, ineludible, imperiosa, inapelable, inexcusable,… irremediable. Llamémosla alfa. Se trata de una urbe, una urbe matemática. Rigurosa. Basada en concienzudas investigaciones científicas. Podría estar hecha de cristal, ser volante o redonda. Da igual. No nos importa la forma. No nos importa el espacio, el arquitectónico. Sólo las dimensiones y las cantidades. Está metódicamente planteada. Pero aún no planeada. No ha de servir como reclamo publicitario. Sólo cumplir maquinalmente con su cometido. Naturalmente todo lo que llega sale y viceversa; en la misma cuantía. La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transporta; por su interior. Individuo, Casa, Grupo y Conjunto son, reciben, aportan y generan el tamaño, la potencia, la emisión, el sustento, etcétera, exactamente adecuados. Cada uno a su escala. Entre límites averiguados con rigor. Pero no es tan terrible. Sólo materia y energía están controlados. Los sueños, las ideas y los juegos son libres. Completamente libres. Y no es una. Serán todas. Veréis. Es alfa, la ciudad fundamental.»

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