Hace unos días soñé que era un Dj de calles. La ciudad yacía sobre una mesa de mezclas. Cogía pedazos de plazas, fragmentos de calles, y los mezclaba con desparpajo. Nada como agarrar la piel verde de un parque y colocarla sobre un surco del vinilo (sobre una avenida). La ciudad, vuelta tras vuelta, nunca era la misma. A veces, bastaba con volver atrás (scrath) para mejorar la remezcla. Otras, mejor avanzar. Buscar una variante diferente.
Confieso que antes del sueño devoré un cóctel explosivo durante varios días: releí El derecho a la ciudad (un ensayo urbanístico Henri Lefebvre) y Software libre para una sociedad libre (un conjunto de escritos y conferencias de Richard Stallman). Lefebvre afirmaba que lo «urbano es obra de ciudadanos» y no «una imposición del sistema». La ciudad, decía, no es «un libro ya terminado», sino «el lenguaje de los individuos». Y no es sólo un lenguaje «sino una práctica».
Richard Stallman, fundador del movimiento del software libre, afirma que «la libertad y no solo la tecnología es importante». Por eso golpeó a la licencia copyright con sus propias armas. Creó la licencia copyleft que libera la copia y la remezcla de un programa informático exigiendo que quien lo use tenga que utilizar la misma licencia abierta. Stallman abrió una puerta: la de la cooperación entre individuos. Los programadores con software no propietario trabajaban juntos en red, mejorando algo por el bien común. Como los ciudadanos haciendo urbe en la práctica. Como los artistas liberando sus obras. «La visión de un regimiento de hackers manos a la obra —escribía Stallman— constituye una fuente de alivio y alegría y pienso que la ciudad sobrevivirá por el momento».
Relacionar a Lefebvre y a Stallman no es un capricho. Es una intuición infalible. Algo totalmente lógico. Stallman tiene claro que el software libre no es un producto: es un movimiento social. Lefrebvre sufría viendo la ciudad «convertida en objeto de consumo». Stallman afirma que «un buen ciudadano es aquel que colabora, no aquel que logra éxito cuando roba a los demás» (mercado propietario). Lefrebvre exalta el «valor de uso» (el goce, la belleza) frente valor de cambio (los mercados y sus exigencias). Y lo más revelador, ambos vislumbraron un mundo gobernado por corporaciones oscuras y objetos privatizados. «Lo más importante es resistir a la tendencia a dar poder a las compañías en detrimento del público», decía Stallman. «La ciudad es la proyección de la sociedad global sobre el terreno», aseguraba Lefebvre. Software libre para una sociedad libre. Software libre para una ciudad libre.
Sigamos jugando. Imaginemos a Lefebvre programando. O a Stallman pensando la ciudad. Apliquemos la definición de software libre a una urbe. Con un matiz: sustituyamos la palabra «programa» por «ciudad» . Juguemos:
Libertad 0. Libertad para ejecutar la ciudad sea cual sea nuestros propósito
Libertad 1. Libertad para estudiar el funcionamiento de la ciudad y adaptarlo a tus necesidades – el acceso al código fuente es condición indispensable para eso.
Libertad 2. La libertad para redistribuir copias y ayudar así a tu vecino.
Libertad 3. La libertad para mejorar la ciudad y luego publicarlo para el bien de toda la comunidad.
Podríamos cambiar «programa» por «calle» o «plaza». «Libertad para ejecutar la plaza sea cual sea nuestro propósito…». El copyleft sería la licencia legal que garantizaría este «valor de uso» lefebvriano de la ciudad. El copyleft garantizaría una ciudad / software libre. Permitiría «la libre distribución de copias y versiones modificadas de una ciudad, exigiendo que los mismos derechos sean preservados en las versiones modificadas». El código fuente —la esencia de la urbe, su entramado, su funcionamiento— estaría a la vista. Sería modificable. Mejorable colectivamente. El intercambio entre usuarios P2P (peer-to-peer) se convertiría en un «Plaza2Plaza», en un «Parque2Parque».
Esta hipótesis retro-futurista no es ciencia ficción. Inspirados en el software libre, Rahul Srivastava y Matías Echenove, del brillante e inclasificable estudio Airoots, escribieron en 2008 sus 12 principios para una arquitectura de la participación. Existe, incluso, una licencia abierta específica para ciudades. El escritor Matthew Fuller y el urbanista y diseñador Usman Haque (creador de Pachube) se han atrevido a proponer una licencia para la construcción y diseño de ciudades de código abierto: el Urban Versioning System 1.0.1 UVS. En el escrito los autores despedazan los paradigmas de la arquitectura espectáculo y el urbanismo que trabaja con objetos de fórmula cerrada: «UVS reconoce que el mundo está construido por sus habitantes en cada momento», «La gente llevará el diseño, de una forma colaborativa, en direcciones que nunca imaginadas», «Sólo un modelo de construcción que es capaz de perder su trama es adecuado».
Esta soñada ciudad copyleft acabaría con aquellos «consumidores de productos y espacios» de Lefebvre. La adhocracia multidisciplinar de amateurs acabaría con la burocracia urbanística. La ciudad post-it (13) liquidaría la ciudad definitiva convertida en objeto de consumo. La urbe dejaría de ser un producto de fórmula cerrada para ser una Zona Autónoma Temporal con una trama colectiva en construcción. Y nada mejor para aterrizar el concepto de ciudad copyleft que repasar prácticas ya existentes, líneas de código que ya están siendo escritas.
Una ciudad copyleft es una plaza abierta, participativa, cuyo código fuente está escrito colectivamente (proyecto Wikiplaza). La ciudad copyleft es un espacio urbano gestionado y mejorado en red (proyecto Esto es una plaza). La ciudad copyleft es un conjunto compartido de datos abiertos sobre los presupuestos de cada barrio (proyecto Mon Quartier). O una visualización de qué camino realiza la basura desde que sale de casa (proyecto Trash Track).
La ciudad copyleft será —ya está comenzando a serlo— una cocreación colectiva en eterno estado beta (en fase de desarrollo). Una imprevisible sesión de un Dj de Mash up que une pedazos de melodías y ritmos ya existentes con total libertad creadora.
Bernardo Gutiérrez dirige la consulta de estrategias digitales Futura Media, con sede en la ciudad brasileña de São Paulo. Futura Media busca puentes entre las redes sociales y el territorio. Incentiva la innovación multiplataforma, el diseño abierto y las nuevas narrativas. Twitter: @bernarsosampa y @futura_media
Créditos de las imágenes:
Imagen 1: Dj Andy Moon w/ friends (fuente: rafeejewell).
Imagen 2: Second life dance island (fuente: rafeejewell).
7 comentarios
El enemigo son las marcas, los gobiernos y los demás. Lo malo es que las marcas, los políticos y los demás somos nosotros. Es esa intuición equivocada de "lo nuestro" y "lo suyo" lo que lleva a debates que se podrían resolver dando a la gente la consciencia de la importancia que tiene. Las ciudades son estáticas porque la ciudadanía es inercial, y porque estamos hiperlegislados incluso a pequeña escala. ¿Por qué? Pues porque al final, la ciudad es cierto que es un reflejo de la sociedad. Incluso en España en los años del boom era ejemplo de la sociedad y seguía siendo obra de los ciudadanos. Un reflejo que no nos gusta, pues sí. Pero un reflejo fiel de las hipotecas inabarcables, de las ambiciones feroces y de la ciudadanía amuermada.
Yo de todas formas quiero aportar al debate un par de cosas en las que pensar.
Primero, los procesos no son copyleft o copyright, los procesos no se pueden registrar, al menos en Europa. Copyleft son los programas o los métodos del programa, copyleft son los resultados; no el proceso de compartir.
Aparte de esto, aplicar licencias es algo comercial, y se quiere aplicar a procesos sociales que no pueden ser mercantilizados. Si un método de creación de ciudad puede ser copyleft… ¿qué impide que haya otro que copyright? Es un peligro que ahora no existe por mucho que se hable de las smartcities, y que yo, personalmente, no quiero asumir.
La ciudad no es un mercado, ni para los copyrighteros ni para los copylefteros. Es… la creación de los ciudadanos, la ciudad política, no una imposición del sistema [mercantilista :)].
Y segundo, no se puede asimilar opensource a social o participativo. Lo opensource surge de la individualización colectivizada, puesto que surge de la réplica que cada cual se hace para sí mismo, para adaptarla a la necesidad propia. Sí, es cierto, yo me hago con una copia, la modifico y la comparto, pero no me importa lo que haga el resto con ella. Yo me lo guiso, yo me lo como, y entre todos mejoramos porque nos conviene. Un caso representativo es el de Linus Torvalds, creador del "kernel" de Linux, basado en Minix.
Y eso, es lo contrario de una ciudad, o del proceso de creación de una ciudad, de un ámbito urbano, o del rellano de mi escalera, en lo que todo lo que se hace es por negociación. Los procesos son colectivos, políticos.
Además, que algo sea opensource no implica que la gente lo vaya a utilizar o participar en ello: Linux es libre y el uso es menor que el de sistemas propietarios.
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Recomendación de lectura:
Por una cultura libre
Código 2.0
Imperdibles para completar, 🙂
Hola! Estupenda iniciativa, como otras muchas de las que tenéis. El artículo también abren campos a debate apropiados y ha conseguido suscitar interés lo que es algo positivo, aunque mi perspectiva es más cercana a las ideas que Bea Solache ha expuesto.
En primer lugar me encuentro algo incómodo por la indefinición semántica. Habla de ciudades copyleft, que como bien han apuntado es un mecanismo para la distribución de productos. Parece complicado aplicar este concepto a la ciudad. Se podría acercar a la perspectiva que David Harvey propuso en "El arte de la renta"[2001]: 16beavergroup.org/mtarchive/archives/001966.php . Harvey estudia las divergencias entre los diferentes modelos de ciudad y su búsqueda de potencial mercado. Pero claramente una cosa son los conflictos existentes en torno a la inclusión de las ciudades en determinados circuitos comerciales y otra que eso sea lo que realmente constituya la ciudad. En ese orden semántico, no hay que olvidar para qué es el copyleft. Simplificando se podría decir que es uno de los mecanismos de regulación, o el principal, que permite la creación de software libre [que sería el objetivo] componiéndose con una comunidad -los programadores- y unos recursos -internet, el código-. En este caso si hubiera una regulación copyleft, lo que trataríamos de producir-nuestro objetivo- es una "ciudad de código abierto"[¿?…. me trato de situar en la perspectiva del autor].
Por otro lado la aplicación de un caso singular como el software libre a las ciudades contiene una serie de inconvenientes que no han sido presentadas. En el orden de las libertades del software libre, Stallman polariza entre la 1a y la 3a, que estarían destinadas a la comunidad de los programadores, y la 2a y la 4a, que estarían destinadas a los usuarios. Esta diferenciación tan clara sería imposible realizarla con la ciudad porque ¿quién la programaría y quién la usaría? Está claro que al final los usuarios alimentan el software libre pero parece una posición completamente diferente a la del habitante de la ciudad- o debería serlo-. También habría que tener en cuenta que la gradación de implicación en la construcción de la ciudad sería mucho más compleja y tendría que tener en cuenta a cada uno de las posiciones que cada habitante quiera asumir [desde posiciones más pasivas, posiciones activas desde la acción, posiciones activas desde la reflexión, personas mayores que necesitan códigos diferentes a los jóvenes,…]. Esta última cuestión también tiene importancia, los "códigos" de la ciudad, o por los que ella funciona, han sido construidos mediante el impulso invisible de los hombres y mujeres que la han ido habitando mientras que la codificación binaria de la programación es prácticamente contemporánea y producida por una minoría experta. El urbanismo ha tratado de apropiarse de esos códigos pero la ha hecho infructuosamente así que la investigación que debía hacerse debería ser mucho más compleja que la planteada por parte del software libre, ¿cuáles códigos compartidos podemos recuperar y abrir para que podamos construir las ciudades del siglo XXI?
Por último señalar que la técnica efectista de remezclar a Lefebvre y Stallman se encuentra con una serie de obstáculos, el primero de ellos del propio Stallman que ha expuesto en muchas charlas la imposibilidad de una aplicación directa de las libertades del software libre en otros campos [un poco como comentamos con anterioridad]. Para seguir profundizando en esta línea, puesto que hay muchas que ya lo hacemos, proponemos la obra de Christopher Kelty "Two Bites", recientemente traducida por el equipo de Floren Cabello en el marco de MediaLab Prado. En su estudio antropológico sobre el proceso de desarrollo de la ecología del software libre y el código abierto entre las décadas de 1970 y 2000, Kelty [2008] señala 5 áreas que trascienden las cuestiones técnico-científicas que deberían ser tenidas en consideración para generar una ecología similar en el ámbito del diseño, como son: [i] la creación de un movimiento y un conjunto de principios comunes, [ii] la implementación de estrategias para compartir el código / conocimiento, [iii] la concepción de los sistemas abiertos, [iv] el diseño de las licencias de distribución, y [v] la organización de los procesos colaborativos.
En cuanto a los ejemplos, siendo muy interesantes la mayoría de ellos, creo que no ayudan a clarificar lo que se trata de expresar en el artículo. Aunque más que una certeza fuera un deseo sobre la ciudad. Pero desde luego siempre está bien tenerlos para revisitarlos!
jaja muy bueno me párese muy buena entrada y tenéis toda la razón
Pienso que no hay que tener miedo ni a remezclar ni a buscar nuevas aplicaciones a ideas o líneas de trabajo. Estoy seguro que Stallman ya no entiende todo lo que ha surgido de su idea inicial de software libre. Él siempre tuvo claro que lo importante era la filosofía del software libre al mundo, más allá de la informática. A josé: pues no creo que sea efectista remezclar a Lefevbre con Stallman. Es una más de las remezclas posibles. Si lees atentamente sus obras verás que tienen mucho en común
Hola!
Muchas gracias a todas las personas que habéis intervenido con vuestros comentarios. ¡Ojalá más gente tomara vuestro ejemplo!
Creemos que en este debate puede que se haya confundido la intención del propio texto. Desde nuestro punto de vista este texto sugiere más que establece criterios. Simplemente trata de reflejar la necesiadad de aplicar o de interpretar ciertas "lecciones" provenientes del movimiento del software libre y aplicar esa lógica a los procesos urbanos. No va más allá. Las palabras podrán ser unas u otras, pero hay que quedarse con el concepto que plantea: que no es otro que la apropiación por parte de los ciudadanos de los procesos urbanos.
Tenemos que ser capaces de generar procesos urbanos en "beta permanente": abiertos, colaborativos, procesuales y no objetuales, facilmente apropiables, etc.
Reivindicar que la ciudada tiene que estar construida y decidida colaborativamente por la comunidad que la habita. Ese espíritu, ese concepto pertenece a la lógica copyleft y del software libre, pero le podéis llamar como queráis. Lo importante no son las palabras, si no los conceptos y los hechos.
PD: Con todo nuestro cariño José, remezclar Lefevbre y Stallman nos parece fantástico 😉
Siento haber generado polémica por haber realizado quizá un comentario demasiado impetuoso ;).
La cuestión con la remezcla de Stallman y Lefebvre es simplemente que es una aproximación que ya tiene más de 10 años [los texto de Stallman son de los 90] y que ha dado pie a una serie de investigaciones realmente interesantes que este texto se salta completamente, y en eso consiste mi crítica. Si se recupera la obra de Lessig o Kelty, pero también Galloway y otrxs se puede ver que la complejidad de traducir un proyecto acotado como el del software libre a la complejidad de la ciudad exige una profunda reflexón acerca de los procesos que en ella ocurren, que se obvian en el artículo.
Los procesos comunitarios, también comentados, son de una complejidad que dan para otra discusión extremadamente larga, pero sí señalar que no basta con proponer que la comunidad decida. Para que ésta lo haga, y este proceso realmente permita la integración de las inquietudes de todxs, hay que deconstruir inercias, procesos culturales, jerarquías internas,… Y esto es lo que en mi opinión ha de investigarse, desde las smart cities o bajo el modelo que acordemos. Esto es lo que hoy nos pide nuestra realidad: pasar de presupuestos teóricos a acción pura. Cómo se construye esta ciudad abierta es un debate atractivo, pero hemos de entenderlo dentro de la complejidad que la ciudad tiene…incluso con casos concretos y parciales a los que enfrentarnos.
Saludos!
PD: Stallman y Lefebvre dan para mucho más, seguro encontramos puntos más potentes donde vincularlos. Dicho con cariño. Disculpad el tono otra vez!