Las Directrices de Ordenación Territorial (DOT), el principal instrumento de planificación global del territorio vasco, fueron aprobadas en 1997. Tras diversos procesos de acercamiento a su replanteamiento, en 2015 se inició el proceso para su Revisión, con una duración estimada de 3 años.
En este sentido, el Proceso Participativo para la Revisión de las Directrices de Ordenación Territorial (DOT) ha supuesto un hito pionero dentro de la ordenación del territorio, tanto por su escala, que abarca toda una Comunidad Autónoma, como por su firme apuesta por la participación como un elemento esencial para impulsar la nueva gobernanza territorial.
El Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial, de la mano de la Viceconsejería de Administración y Planificación Territorial y de la Dirección de Planificación Territorial y Urbanismo lideró el proceso participativo, además de asumir las tareas relativas a participación institucional, e incorporar en el documento de Avance los contenidos técnicos extraídos de la participación.
Valores de la participación en la escala territorial
La participación ciudadana es una forma ideal de reflexionar, debatir y definir en conjunto un horizonte común, diseñando y construyendo colaborativamente soluciones, estrategias o acciones frente a los problemas detectados.
Para ello, los procesos participativos han de integrar mecanismos para compartir los distintos saberes y perspectivas existentes, a fin de fomentar la escucha, el diálogo y el aprendizaje, siempre en términos de igualdad, tolerancia y respeto a la diversidad (social, cultural, género, etc.).
Eso sí, la participación ciudadana aplicada a la ordenación y planificación territorial introduce algunas particularidades que tienen que ver con dos aspectos intrínsecos a la misma: la escala y el grado de abstracción de los temas a abordar. En el caso de las DOT esta situación se acentúa debido al propio carácter del documento, estratégico y de proyección futura.
Este proceso participativo supone, pues, un acontecimiento muy importante para la configuración de un nuevo modelo de gestión del territorio del País Vasco. Abrir a la participación ciudadana la elaboración de un instrumento de tal relevancia y escala es un gran paso adelante hacia la configuración de un territorio más democrático; haberlo realizado supone por tanto un logro del que todas las partes implicadas (administraciones públicas, agentes y ciudadanía) deben estar orgullosas de haber formado parte.
Siguiendo esto, y más allá de los resultados cuantitativos y porcentuales obtenidos, el proceso ya ha cumplido con creces sus objetivos, al poner en contacto de la población cuestiones de una importancia capital para su futuro.
Los retos de partida
Sin embargo, como toda iniciativa pionera que se precie, su implementación da pie a establecer distintos retos, conclusiones y aprendizajes, que se deberían tener en consideración de cara a las ulteriores fases de tramitación, así como futuros procesos similares.
El gran desafío era plantear un nuevo modelo territorial actualizado, consensuado y con visión de futuro, que partiera también del conjunto de herramientas territoriales en vigor e hiciera partícipe a la población en la redacción.
Para ello, era importante considerar algunos aspectos:
La escala de actuación
Un ámbito como toda la Comunidad Autónoma del País Vasco obliga a que las personas que quisieran participar lo hiciera desde una perspectiva igual de amplia, lo que rompe con las habituales lógicas de participación de escala barrio y ciudad, a las que la ciudadanía está más habituada. Por lo general, estás dinámicas están más vinculadas a proceso locales de pequeño tamaño, por lo que un salto de escala de esta magnitud supone también una barrera a la participación.
Lo abstracto de las temáticas
Unido a lo anterior encontramos las temáticas y grados de abstracción que la gran escala lleva implícitas. La ordenación territorial es una disciplina que integra conceptos abstractos y generales, y esta realidad produce algunas fricciones con la cultura participativa general, más vinculada a cuestiones concretas y de ámbito más reducido. Asimismo la información de partida es menos comprensible por las personas participantes, y sus opiniones, a menudo conectadas con el territorio próximo deben ser ampliadas y corregidas para incorporarse al documento trabajado.
Falta de referentes
No es demasiado habitual realizar procesos de participación de gran escala, por lo que este proceso de participación de la Revisión de las DOT es un caso algo aislado, y por tanto menos conectado con procesos previos de referencia más pequeños. Esto ha forzado en muchas ocasiones a que las acciones desarrolladas tuvieran un sesgo “experimental”, un hecho especialmente evidente en la participación digital.
Lenguaje y canales
Como resultado de lo anterior era fácil que se produjera una participación más activa de instituciones y personas con perfil técnico. Para contrarrestar esta situación, se trata de facilitar la participación a través de una amplia variedad de canales y de la traducción a un lenguaje no tecnificado e inclusivo de la información.
En consecuencia, durante todo el proceso de participación se ha hecho un esfuerzo por “traducir” y hacer comprensibles para la población los conceptos técnicos manejados en él. En el caso de la participación digital además, se le añade el cariz “institucional” de la comunicación en redes sociales. Para que la interacción y participación digital a través de redes sociales tuviera éxito se requiere de una cercanía y registros un poco menos formales.
El resultado no siempre fue el esperado, ya que no fue siempre posible la modificación del lenguaje de los contenidos de las DOT a un lenguaje más sencillo pues “se perdía la esencia del mensaje”. Y por otro lado, el salto entre el tono técnico de las DOT y Gobierno Vasco, y el tono de un proceso de participación abierto a toda la ciudadanía fue difícil de salvar.
Escepticismo
Una de las respuestas más comunes recibidas durante la dinamización de los procesos de participación ciudadana suele ser la de “no sirve para nada”. Si bien la frustración sobre la participación ha sido trabajada durante el proceso, todavía existe mucho recelo entre la población acerca de la utilidad de invertir su tiempo y energía en este tipo de procedimientos. Por ello la dedicación y las aportaciones recibidas se han agradecido por parte de todo el equipo.
Prospectiva
Esta Revisión pretende visionar el territor de los próximos 20 años, lo que plantea un horizonte temporal difícilmente manejable. Máxime teniendo en cuenta la inmediatez de los cambios a los que estamos acostumbrados en la sociedad contemporánea. Enfrentarse a retos de tan larga distancia no es sencillo para ninguna persona.
Transparencia y trazabilidad
Se plantea que el proceso tuviera los mayores niveles de transparencia y apertura posibles, y para lograrlo se promueven distintos mecanismos que garanticen que todas las personas puedan seguir de manera sencilla la trazabilidad de sus propuestas.