Por Jon Aguirre Such (@JAguirreSuch)
A lo largo de esta semana hemos sido testigos de como, por arte y gracia de los medios de comunicación mayoritarios, la problemática sobre la contaminación en las grandes urbes se ha convertido en una polémica de primera línea editorial. Lamentablemente, el debate generado en torno a una cuestión tan acuciante como la polución lejos de convertirse en un foro donde se planteen soluciones efectivas y sensatas, ha devenido en una suerte de disputa electoral y partidista. Con las elecciones a la vuelta de la esquina, los políticos se han enzarzado en cruce de acusaciones de lo más pueril e insustancial, llegando incluso a establecerse en la categoría de insulto a la inteligencia ciudadana.
La contaminación derivada del uso masivo del automóvil es un problema no es ninguna novedad, sino un riesgo importantísimo y perenne que conviene atajar cuanto antes. Por ello sorprende que la diatriba ideológica desatada esta última semana se centre exclusivamente en buscar una cabeza de turco, desviando la atención del público hacia si el paro asfixia más que la contaminación o si la culpa la tienen las ayudas al automóvil y el buen tiempo; cuando el origen de que en las grandes ciudades se respire un aire insalubre es de una evidencia aplastante: el uso desmesurado del coche.
Nube de contaminación sobre Madrid el pasado día 4 de febrero En teoría, el papel de los políticos debería de ser el de garantizar el bienestar social de los ciudadanos a los que representan. En la práctica…no hace falta más que echar un vistazo a los periódicos. Es por ello que a uno no le sorprende que en vez de que trabajen por el bien común -una considerable disminución de los niveles de contaminación en este caso- lo hagan por desgastar a sus oponentes y arañar así unos cuantos votos en las próximos comicios municipales. Empero, aún hay un hilo de esperanza: de todas las voces que han opinado sobre esta cuestión en la última semana solamente ha habido un político que ha pedido medidas contra la contaminación.
Pues bien, ¿cuáles podrían ser esas medidas? Teniendo en cuenta la tesitura previamente relatada, antes de nada conviene identificar con precisión el origen la dichosa boina de contaminación. Tal y como se ha expuesto, ese no es otro que el uso indiscriminado de automóvil. En el caso de Madrid, esta afirmación viene avalada por los Informes sobre el Estado de la Movilidad que corroboran que actualmente circulan a diario en la capital casi dos millones y medio de coches. ¿Pueden hacerse una idea de la cantidad de dióxido de carbono o dióxido de nitrógeno emitida a la atmósfera que eso supone? Pues el suficiente como para que en algunas estaciones de control de Madrid se hayan alcanzado los 395 microgramos por metro cúbico (la UE considera los 400 microgramos como el umbral de riesgo para la salud; un límite bastante laxo, por cierto). Pero más allá del vaivén de cifras en los que muchos políticos que quieren negar la evidencia se escudan, lo cierto es que tenemos que los niveles de contaminación tienen que reducirse drásticamente.
Toda vez que ha quedado claro este punto, la búsqueda de paliativos solamente admite un denominador común: la reducción del uso del coche. En este punto existen dos tareas clave por llevar a cabo. Por una parte está la intensísima labor pedagógica que hay que ejercer sobre la ciudadanía para que cambie sus hábitos de transporte. Potenciar el uso del transporte público, la bicicleta o el paseo debe convertirse en un objetivo prioritario en las agendas municipales. Pero esta labor educativa no tendrá éxito si no cuenta con los incentivos infraestructurales adecuados. En este sentido los planes de movilidad tienen que facilitar muchísimo el acceso al transporte público a una ciudadanía lastrada por una cultura del automóvil incrustada hasta el tuétano. Aún más, el transporte público y los medios de locomoción no contaminantes tiene que erigirse casi como la única alternativa para transitar por las ciudades. Esto conlleva dos directrices importantes: la penalización del uso del vehículo privado y la reconversión del actual sistema viario hacia un modelo que privilegie al peatón, la bicicleta y el transporte público. En el caso de Madrid esto supondría, por ejemplo, cerrar al tráfico privado la almendra central (todo lo que está dentro de la circunvalación de la M-30) tal y como sucediera con la city londinense hace unos años. Esta medida radical no es novedosa, dado que ya fue planteada en una fase inicial del Proyecto Madrid Centro, pero sin duda podría resultar muy eficaz de cara a limitar el tráfico rodado dentro de Madrid.
Qué duda cabe de que esta no sería la única medida necesaria para paliar los efectos del uso masivo del automóvil, ya que tendría que venir acompañada de una serie de propuestas y gestiones que garantizasen un transporte público eficaz para todos los ciudadanos. Evidentemente, la transformación de la cultura del transporte en las ciudades requiere de políticas integrales y no solamente de gestos esporádicos y desestructurados como en numerosas ocasiones ha ocurrido en Madrid (peatonalizaciones aisladas de calles, construcción de carriles bici sin sentido…). Esto supondría una importante reconversión del tejido viario (obras) así como un peaje político que dudo ningún alcalde actual tenga la valentía de asumir. Mientras tanto seguiremos echando la culpa al buen tiempo…
Por cierto, hoy ya ningún periódico habla de la boina. Será que ha desaparecido…
7 comentarios
Jon, hay una cosa que no mencionas y es que en caso de Madrid las estaciones de medida de la contaminacion se han movido deliberadamente a los sitios donde van a dar menores indices por estar en zonas mas abiertas y separadas del tráfico: Salamanca, en Castellana: de la acera a la zona verde del Museo de Ciencias Naturales; Chamberi: en la avenida Pablo Iglesias, junto a los depositos del Canal; Arganzuela, quizas el caso mas escandaloso: de la Plaza de Luca de Tena, en el Paseo de las Delicias,que sistematicamente daba valores por encima de los límites, a la plaza Amanecer en Mendez Alvaro, colindante con el enorme solar vacio de RENFE. Esto ademas ha roto las series estadisticas de datos regocidos. Asi es imposible saber si es que "tenemos el mejor aire de la historia" o simplemente, ahora lo miden de otra forma
Qué triste que sólo se hable del problema cuando es tan evidente; y es que la boina si no está encima de Madrid… es por que el viento o lluvia se la lleva a cualquier otro sitio… pero la polución es diaria!!
Matizo que no sólo el transporte es la causa de la boina, una parte de la porquería proviene del inmenso gasto en calefacción y aire acondicionado… y ese tema atañe a la arquitectura; buenas edificaciones bien aisladas, orientadas y todas esas cosas que ya sabemos reducirían la gran dependencia energética. Pero no es nuestro caso.
El uso del transporte público merece una entrada de blog sólo para poner a parir la malísima gestión que hay de estos servicios… no del metro que vuela sino del sin fin de municipios periféricos que tiene flotas de autobuses de risa o 'metros ligeros' dignos de un parque de atracciones… -_-'
Y la bicicleta… la gran olvidada… no es sólo cuestión de crear carriles bicis (que ayudarían muchos a dar confianza y seguridad a sus usuarixs) sino cuestión de 'educación vial'. La bicicleta es un vehículo que según el Código de Circulación debe ir por la calzada y ser respetado (y no pitado y abucheado por conductorxs histéricxs que los mandan a la acera).
Y ya lo de la peatonalización de 'calles y plazas' para fomentar que sean más cómodo ir de compras (en vez de perseguir una reducción del uso del coche) por el centro me resulta hasta insultante…
Álvaro:
Era consciente de esas triquiñuelas que se han llevado desde el ayuntamiento para camuflar la realidad…
elpais.com/articulo/espana/Madrid/reduce/contaminacion/cambiando/forma/medirla/elpepuesp/20101111elpepunac_10/Tes
menos mal que ha llegado la lluvia! supongo que algunos que tienen conexiones en instancias papales habrán rezado mucho estos días…
Buel: totalmente de acuerdo en que el origen de la boina no solo la producen los coches y desde luego las políticas de reducción de la polución tienenq ue integrar otros aspectos como la industria y el diseño arquitectónico…
Las recomendaciones que sugieres son necesarias y más que razonables, pero existen dos grandes impedimentos: La clase política cobarde y encorsetada por las cuatrienios electorales y una ciudadanía cada vez más acomodada (no en sentido económico, claro) y reacia a cambios de cualquier tipo.
El problema no es solo la ciudad de Madrid, donde más de las tres cuartas partes de los desplazamiento se hacen en transporte público, sino y sobre todo los desplazamientos entre la ciudad y el área metropolitana y los desplazamientos tangenciales dentro de ese área y del resto de la región urbana(y para ellos no hay en absoluto alternativa pública y son los que + rápìdo crecen). En ellos las proporciones se invierten y del 70 al 90% se hacen en automóvil. Se ha llegado a esta situación por la absoluta ausencia de planeamiento territorial en la región. !Viva el liberalismo pepero!
Todo lo que puede hacerse contra la contaminación (y que no se ha hecho)
Los expertos avanzan todo tipo de medidas para frenar el elevado nivel de partículas contaminantes que pesan sobre el aire de ciudades como Madrid y Barcelona.
noticias.lainformacion.com/medio-ambiente/todo-lo-que-puede-hacerse-contra-la-contaminacion-y-que-no-se-ha-hecho_ndtXvXbak9Cdms7YiyYQ04/
Resulta interesante abordar las posibilidades que existen frente a lo comentado por Ramón 'los desplazamientos entre la ciudad y el área metropolitana y los desplazamientos tangenciales dentro de ese área y del resto de la región urbana'; asumiendo la situación actual, parece imprescindible la creación de un plan estratégico de movilidad de gran escala.