Por Rafael Suárez Muñiz (@RafaSuarezM)
El título del artículo coincide con el título de la primera tesis doctoral en materia de ocio hecha en Asturias desde una perspectiva geográfica/urbanística dirigida por Ramón Alvargonzález, a la que se incluye una novedosa aportación con perspectiva de género bajo la supervisión de Inés Sánchez de Madariaga. La idea para el estudio de este fenómeno partió del Doctor Geógrafo Urbanista Sergio Tomé, como primero en percatarse del gran vacío sobre el ocio en la Geografía y el Urbanismo. El estudio del ocio de forma científica en España por geógrafos y urbanistas no comenzó hasta la década de 1980 continuando en los años ’90. Su desestima en este tipo de investigaciones radica básicamente en que algo relacionado con la diversión, la fiesta, el juego, etc. no era algo lo suficientemente serio como para tratarlo científicamente. De facto, son muchas las trabas, ya no tanto en estos últimos años, que se ponen por desconocimiento disciplinar de dicha temática. Precisamente, el que suscribe, verifica que el caudal de publicaciones sobre fenómenos urbanísticos tales como la gentrificación, la participación ciudadana, el precio del suelo, etc., son las vías fáciles a un urbanismo preexistente. Las motivaciones principales a investigar el ocio son precisamente alejarse de escribir sobre lo que ya está escrito, es decir, ser original; que sea la primera vez que se escribe sobre algo y, por tanto, crear conocimientos nuevos. Teniendo siempre como referencia aquella definición del cocinero francés Jacques Maximin en 1987: «la creatividad es no copiar». Al efecto de hacer algo novedoso y original se piensa en el lector. La literatura sobre Gijón rigurosa, creíble, y de calidad es muy justa. No existen obras completas y generales sobre el ocio; sí se han escrito cosas sesgadas y dispersas de diferentes espacios de ocio, pero nada en conjunto que el lector pueda seguir desde su génesis cronológicamente.
Objetivos Esta tesis doctoral busca satisfacer esas carencias. Para ello, se han establecido 4 períodos de estudio que atienden a las clásicas fases de desarrollo urbanístico (1850-1936: la ciudad industrial; 1936-1960: la autarquía; 1960-1980: el desarrollismo; 1980-actualidad: la postmetrópolis); las cuales guardan, a su vez, relación con el contexto socio-cultural, económico, tecnológico y político. La intención es cruzar todas las variables geográficas, económicas, temporales, sociales, etc., con la ubicación de los espacios de ocio (EdO) al fin de poder conocer cuál es la realidad geográfica y entender el porqué de su asentamiento en unas zonas u otras (cuestiones de renta, accesibilidad, precio del suelo, topografía, calificación del suelo, horarios, estacionalidad…). Teniendo como fin último la representación cartográfica de factura manual y personal de todos los espacios de ocio en diferentes fechas. En definitiva, crear planos de la distribución geográfica del ocio en Gijón. Desarrollo de la investigación Cada período de estudio tiene sus peculiaridades definitorias y diferenciales. El período 1850-1936 abarca el período de la industrialización y la República, hasta la Guerra Civil; una sociedad de clases inmersa en la distinción socioeconómica burguesía-proletariado. Esta diferencia va a ser clave ya que ser propietario frente a ser trabajador, en una época en que el ocio era algo completamente estacional (verano) y que la jornada de trabajo era de 10-12 horas 6 y 7 días a la semana, equivale a que la población trabajadora no tenía ocio. Le estaba vetado. No ganaban lo suficiente para mantener su «casa», como para invertir sus ingresos en cualquier forma de ocio, de la que tampoco tenían tiempo para disfrutar.
Los grandes EdO como los balnearios litorales, los teatros, los estadios de futbol, las plazas de toros eran espacios por y para la burguesía, era la considerada «buena sociedad gijonesa». El escaparate de esta alta sociedad respecto a los EdO, lo suponían los cafés clásicos (cafetones) y la restauración afrancesada, es decir, la hostelería tradicional de entresiglos. A colación de este apartado, surge un importante resultado en el ámbito de la investigación urbanística local relativo al ensanche decimonónico del arenal de San Lorenzo (1863). Que no fue sino un espacio proyectado por presiones aristocráticas y de la burguesía ennoblecida ante «la necesidad de vivienda». La innecesidad era patente: el perímetro intramuros de la ciudad preindustrial no se había densificado ni sobreocupado, la edificación no llegó a ocuparlo totalmente hasta 100 años después. En cambio, lo que había ocurrido fue un proceso de ocialización, en lugar de residencialización. Fuera de los límites del proyecto, el suelo no se consideró urbano hasta 1921 siendo ésta la localización perimetral de los grandes EdO del barrio de La Arena. Fue antes la ocupación de ocio que la residencial, a la vez que se generaban plusvalías en los solares del interior del ensanche y gracias al ocio se incrementaba el precio del suelo. El ocio comienza a popularizarse en 1910 con la accesibilidad universal a la playa de San Lorenzo –era privada–, y se continúa con el afianzamiento del cine y las variedades hasta la década de 1930 inclusive. Sin embargo, como factores limitantes se encontraban las celebraciones religiosas de Semana Santa –el ocio se detenía–, y el duro golpe de la Guerra Civil ya que muchos espacios fueron afectados. En el caso de los equipos de futbol, éstos desaparecieron y debieron volver a reagruparse para la temporada 1938/1939. Al igual que las corridas de toros. Paradigmáticamente, los cines y teatros corrieron otra suerte y la mayor afluencia se afianzó. En el período 1936-1960, la aparición de nuevos EdO es mucho menor. En estas fechas queda consolidada la popularización del ocio. El fenómeno que se conoce en este tiempo es la deportivización del ocio, la aparición de prácticas deportivas en EdO formales relacionadas con el agua (natación), el golf, la hípica, la vuelta del ciclismo de competición, etc. Durante las décadas del desarrollismo el ocio en Gijón se convierte en un fenómeno de masas. A partir de 1950 la hostelería comienza a tomar la primera línea de costa y comienza a extenderse el concepto de ocio hostelero tal como lo conocemos hoy en día. En la década de 1980, con la llegada de los nuevos ayuntamientos democráticos, se produce una dotación barrial en aquellos ámbitos marginados de la iniciativa privada y de la atención municipal como es la implantación de parques urbanos, equipamientos polideportivos y más recientemente piscinas municipales. Parques que, por otro lado, fueron el resultado de obras de regeneración urbana, rehabilitando antiguos espacios industriales o relacionados con las infraestructuras del transporte. El análisis del ocio hostelero como referencia para el concepto actual A colación de esta tesis, se ha elaborado un minucioso y pionero estudio El ocio hostelero en dos ámbitos urbanos diferenciados: Malasaña (Madrid) y Cimadevilla (Gijón) que aborda esa generalización conceptual del ocio vinculado a la hostelería los fines de semana –quizás empobrecimiento conceptual también–. Las técnicas y métodos aplicados consisten en la partida de un urbanismo empírico en el que se ha procedido a la entrevista de los responsables de todos los establecimientos hosteleros existentes a fin de obtener las características intrínsecas de primera mano: tipo de establecimiento, tipo de oferta, tipo música, precios medios de las consumiciones, qué consumiciones son las más demandadas, edad media del público, tipo de público y horarios de apertura-cierre. A partir, de este enfoque monovariable se ha procedido a la cartografía de dicho fenómeno a partir de la densidad de establecimientos que en su mayoría definen una zona pública, y por tanto, la consecución de una zonificación multivariable. En definitiva, se trata de un primer paso en la creación de una metodología de estudio de un fenómeno cualitativo del que no se tienen datos para intentar sintetizarlo y representarlo cartográficamente de forma cuantitativa. En función de la variable temporal he diferenciado dos tipos de establecimientos: los locales de ocio nocturno (LON) y diurno-vespertino (LODV). Esta clasificación tan simple es atribuible a cualquier ámbito del mundo. No siendo el caso en relación a las morfo-tipologías, de ahí que requiera un análisis concienzudo y empírico cada sector. La exteriorización de la actividad hostelera informal proyectada hacia el espacio público determina varias praxis alegales como el botellón y el «laterío» –en Madrid–, de los cuales se ha obtenido una buena experiencia profesional para su regulación y la toma de medidas para el mantenimiento del confort urbano, así como del análisis de la apófisis hostelera formal (terrazas) como nueva forma de destrucción creativa aplicada al espacio público.
Rafael Suárez Muñiz (Gijón, Asturias) es Geógrafo Urbanista. Actualmente doctorando. Ha obtenida la beca de investigación Ramón de la Sagra otorgada por la Fundación Alvargonzález. Participa esporádicamente en la prensa regional y cuenta con dos publicaciones científicas indexadas: El ocio hostelero en dos ámbitos urbanos diferenciados: Malasaña (Madrid) y Cimadevilla (Gijón) (Territorios en Formación, 2016) y Las mujeres y el ocio en Gijón entre 1850 y 1936 (XII congreso Nacional de Sociología, 2016).
Créditos de las imágenes:
Imagen 01: Extracto (inacabado) del plano de espacios de ocio (en rojo y verde) existentes en Gijón en 1899 (fuente: Rafael Súarez Muñiz)
Imagen 02: Caseta de baños flotante para S. M. Alfonso XII en 1877 (fuente: Fototeca del Museo del Pueblo de Asturias)
Imagen 03: Terraza de los tamarindos y pabellón de Santa Catalina (1942-1950) en febrero de 2016. Real Club Astur de Regatas (fuente: Rafael Súarez Muñiz)
Imagen 04: Estructura física, social y temporal del ocio hostelero en Cimadevilla. Zonificación multivariable 2014-2015 (fuente: Rafael Súarez Muñiz) Imagen 05: Itinerarios tradicionales, puntos de botellón, puntos de encuentro y relación de proximidad a los espacios públicos de los establecimientos hosteleros de Malasaña (2015) Plano de concentración hostelera (fuente: Rafael Súarez Muñiz)
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Lo que bien empieza…