La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha puesto en evidencia la ineficacia de nuestras ciudades para hacer frente a las convulsiones que cada vez más van a sacudir a nuestro sistema-mundo. No en vano, la pandemia de la COVID-19 no es sino la punta de un icerberg llamado crisis climática. Afortunadamente, este estado excepcional por el que transitan nuestras urbes supone también una gran oportunidad para un cambio de paradigma que nos encamine hacia una verdadera sostenibilidad urbana. Para que este viraje de nuestro modelo urbano se haga realidad, los Ayuntamientos deberían comenzar a actuar de manera decidida cuanto antes.
En este artículo presentamos un decálogo de estrategias urbanas que las ciudades pueden aplicar desde ahora mismo para hacer frente a la pandemia de la COVID-19. Conviene destacar que las propuestas que aquí recogemos llevan décadas siendo reclamadas por muchísimas voces y profesionales del urbanismo. Pero tal vez este sea el momento histórico definitivo en el que poder llevarlas a la práctica.
1) Planificación integral y resiliencia
Una ciudad sin un plan es una ciudad a la deriva. Y si no dispone de una hoja de ruta en una tormenta como la actual (y las que están por venir) puede suponer un descalabro sin precedentes. Por el contrario, aquellas ciudades que han apostado por la planificación urbana integral y la resiliencia son las que están demostrando ser capaces de responder mejor a la crisis.
2) Combatir la desigualdad
Los datos más recientes demuestran como la pandemia está teniendo mayor impacto en los barrios y población más vulnerables. Urge por tanto apostar de manera decidida por la regeneración urbana integral y participativa de estos entornos, dado que es la mejor herramienta que dispone el urbanismo para luchar contra la vulnerabilidad urbana.
3) Rehabilitar el parque inmobiliario
El confinamiento ha hecho que nos demos cuenta de las deficiencias de nuestras viviendas. Por lo que tal vez estemos ante el impulso definitivo para acometer un ambicioso programa de rehabilitación que vaya más allá de cuestiones energéticas e incorpore vectores como la iluminación natural, la redefinición de los espacios comunitarios y, por qué no, el derecho al balcón.
4) La densidad no es peligrosa, el hacinamiento sí
Estudios recientes demuestras como la densidad no es un factor determinante para la propagación del coronavirus. De hecho, las zonas suburbunas de baja densidad no están exentas de peligro. Porque no es en la densidad donde está el riesgo –existen distintos tipos de tejidos urbanos densos que pueden contener de manera efectiva el número de contagios-, el riesgo está en el hacinamiento y la vulnerabilidad asociada.
5) Fortalecer los servicios públicos
Seguramente una de las lecciones más claras de la crisis sanitaria sea la necesidad de disponer de unos servicios públicos de calidad, con recursos y con una gestión mejorada. Y para ello es necesario un urbanismo que constituya una fuerte red de dotaciones públicas distribuidas en el territorio, y que dé cobertura eficaz a las necesidades sociosanitarias de la población.
6) La triple soberanía urbana
La crisis sanitaria ha puesto en evidencia la dependencia de la deslocalización de la producción de los bienes de primera necesidad y los problemas que ello conlleva. Por lo tanto, es vital poder impulsar un autoabastecimiento de nuestras ciudades según tres ejes prioritarios: el energético mediante la producción de energía renovables, el alimentario a través de estrategias agroecológicas de proximidad y el industrial-tecnológico para la fabricación -innovadora, limpia y sostenible- tanto de material sanitario como de otros productos de primera necesidad.
7) Modelos productivos y de consumo basados en la cercanía
Ligado al punto anterior debemos de diversificar la economía y evitar la hiperdependencia de sectores como el turismo; al tiempo que se impulsa el comercio local y los mercados municipales, como espacios para garantizar el abastecimiento de calidad, la oferta de producto de proximidad o el cuidado medioambiental. Este sistema debe servir de motor para avanzar hacia modos de consumo y producción más sostenibles y responsables.
8) Participación e interacción social:
El confinamiento alumbra la importancia de la solidaridad y de las redes sociales, entendidas estas como aquellas que dan sentido a la ciudad como espacio de relación e intercambio comunitario. Las ciudades deben aprovechar este impulso ciudadano para promover políticas activas de participación e implicación ciudadanas en el diseño de la ciudad poscoronavirus.
9) Espacios públicos saludables e inclusivos
Debemos plantear transformaciones que mejoren la calidad de los espacios públicos y las zonas verdes, que aumenten la biodiversidad y la integración de la naturaleza en la ciudad. Además, debe revertirse la actual distribución insostenible de nuestras calles, donde el 70% del espacio público está reservado al tráfico rodado. Una realidad que en la actualidad se hace especialmente problemática pues las dimensiones de las aceras no permiten, por ejemplo, mantener la distancia sanitaria.
10) Nueva movilidad
Uno de los grandes retos de esta crisis va a ser hacer frente al uso innecesario del coche, fruto del miedo al contagio, así como adaptar el transporte público a los nuevos requerimientos. La cuestión es cómo podemos priorizar medios de transporte menos contaminantes al tiempo que se salvaguarda la salud de la población. Y aquí conviene hacer una apuesta decidida por la peatonalización y las infraestructuras ciclistas (¿por qué no pensar en calles bici en vez de exiguos carriles bici?), al tiempo que se reduce la necesidad de grandes desplazamientos gracias al teletrabajo y la flexibilización de horarios.
Pensamos que a pesar de todas las dramáticas situaciones y consecuencias que acarrea esta pandemia, el coronavirus también abre una importante ventana de oportunidad para promover un cambio de modelo urbano que transforme nuestras urbes en entornos más justos, habitables y saludables. Y tal vez esta propuesta puedan servir de inspiración y ayuda para ello. Pero queda pendiente saber si somos capaces de articular una propuesta y un movimiento colectivo que consolide este cambio. Porque la ciudad que está por venir será como queramos que sea, siempre y cuando seamos conscientes de que el cambio sigue estando en nuestras manos, en nuestra capacidad para reivindicarlo y promoverlo.
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Durante los meses del confinamiento y la crisis sanitaria estamos publicando diferentes reflexiones y contenidos sobre el impacto del coronavirus en el futuro de nuestras ciudades y del urbanismo.
Puedes consultar estos contenidos en el siguiente enlace: https://www.paisajetransversal.org/search/label/COVID-19