#ExcursiónRotonda: crónica de los horrores urbanísticos al sur de Madrid

por Paisaje Transversal

Por Javier del Amo Ruiz

En la era de la inmediatez, donde la transmisión de la información se produce de forma principalmente visual o a golpe de tweet, las excursiones ofrecen una experiencia sosegada en la que -a través de todos nuestros sentidos- podemos captar matices que nuestras máquinas no son capaces de reproducir. Quizás un domingo a las diez de la mañana no sea un momento óptimo para tener desplegadas al cien por cien nuestras facultades, pero la propuesta de deambular por algunas de las neoruinas de la burbuja inmobiliaria madrileña era lo suficientemente jugosa como para despejarnos con prontitud. El programa de la Excursión Rotonda -organizada por Nación Rotonda– no dejaba lugar a demasiadas dudas: íbamos a vivir una jornada contundente. Partiendo de Atocha y discurriendo por la A-42, la primera parada la realizamos en el perímetro de un descampado perteneciente al PAU de Parla, ciudad conocida -entre otras razones- por su polémico tranvía. Para sorpresa de muchos, el uso que se le está dando a esta infraestructura es mayor del esperado y existe un sentimiento de moderada satisfacción con él. Desde dicho margen jugamos también a adivinar qué viviendas eran de protección pública y cuáles eran de promoción privada. El juego no era difícil y pudimos constatar una vez más la inmensa brecha que separa las demandas reales de la población de los intereses de los arquitectos. En las «de diseño» vive mucha gente que no puede elegir y esto crea una situación difícil en barrios como este o como muchos de los que componen las modernas periferias de nuestras ciudades. Las carencias funcionales de algunas viviendas públicas eran subsanadas por sus propios habitantes con ingeniosos sistemas, como el de usar tendederos plegables enganchados a inexistentes balcones.

De camino a Casarrubuelos vimos que la ubicación del Hospital Infanta Cristina de Parla no es demasiado céntrica y también pasamos por el inmenso esqueleto del controvertido Museo de la Automoción, impulsado por el dueño de Desguaces La Torre y con proyecto de Tuñón y Mansilla, cuyas obras se encuentran paralizadas por carecer todavía de licencia. Casarrubuelos, municipio ubicado en el límite de la Comunidad de Madrid con Castilla – La Mancha, nos recibió con unos de los hits del viaje: un promontorio longitudinal de casi medio kilómetro de largo y unos tres metros de alto recubierto de césped artificial. Éste sigue el curso de la carretera de entrada del pueblo y en uno de sus lados se plasman dibujos costumbristas ambientados en su historia y sus gentes. En el grupo reinaba el desconocimiento sobre su utilidad, pero en algunos corrillos se concluyó que se trataba de un muro «ecológico» que sirve para aislar del ruido a las viviendas colindantes. Desde este lugar partimos hacia Castilla – La Mancha.

La falta de coordinación entre administraciones ha generado unos desarrollos urbanísticos pintorescos que nos obligaron a cruzar la frontera a través de un camino digno del mejor urbanismo punk. Para llegar al Señorío de Illescas tan solo nos quedaban cuatro kilómetros de caminata entre descampados y desarrollos industriales monstruosos, como el de la fábrica de Airbus. Cuanto menos es paradójico que la mayoría de sus trabajadores vengan de municipios de fuera de este entorno, mientras que el grueso de los habitantes de estos pueblos trabajen en Madrid y sus alrededores.

Pasadas las urbanizaciones Villas Golf y Las Praderas, nuestra siguiente parada se produjo en un descampado junto a una inmensa rotonda, donde algunos vecinos del Señorío de Illescas nos esperaban para contarnos de primera mano cómo es la vida posburbuja en este lugar. Actualmente hay unos 25.000 habitantes en todo el municipio y el Plan de Ordenación Municipal preveía la construcción de unas 20.000 viviendas. Las promesas y las ilusiones de unos y otros fueron poco realistas y el resultado es un inmenso desarrollo urbano a medio edificar, trufado de descampados y de edificaciones vacías y con diversos problemas de mantenimiento, comunicaciones, equipamientos y seguridad.

Ya se acercaba el fin de la excursión. Tras avituallarnos en una gasolinera y, para regocijo de los rotondos, atravesar numerosas rotondas, nuestra última parada se realizó en un olivar ubicado cerca de los centros logísticos de Toyota y Michelín, en la Plataforma Central Iberum del «ecopolígono» industrial de Illescas. Este olivar forma parte un parque perirubano diseñado por el Estudio de Paisajismo Irati. Es necesario reconocer el esfuerzo realizado para integrar el polígono dentro del paisaje semiárido mediterráneo de la Sagra, fomentando la sostenibilidad de este desarrollo a través del control del ciclo del agua o de la incorporación de especies vegetales autóctonas. Este lugar fue la sede del picnic rotondo. Una vez devorada la pitanza, algunos procedieron a descubrir el ecoparque y otros optaron por relajarse o jugar al Ladrillazo.

La vuelta fue ligera y, a pesar de que el día nos había obsequiado con un cielo nublado que evitó nuestra total insolación, algunos gozamos del primer moreno agroman del año. No todo es bueno o malo y la excursión no partía de ningún supuesto. Somos nosotros los que tenemos que formar nuestro criterio, y si es conociendo las cosas de primera mano, mejor. ¡Hasta la próxima excursión!

Javier del Amo Ruiz es arquitecto por la ETSAM. Actualmente compagina su labor como socio del Estudio Quevedo con la investigación, docencia y divulgación de la arquitectura orientada a niños y jóvenes.

A continuación os dejamos un Storify recopilando todo lo vivido en la excursión:

Créditos de las imágenes:

Imagen 01-06: Extractos de la Excursión Rotonda (fuente: Javier del Amo Ruiz)

Artículos relacionados

Deja un comentario